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710 Villalmonte tos de emancipac10n en el campo político, cultural, en el interior mismo de la Iglesia, hasta llegar a demandas de auténtica indepen– dencia y de rebeldía. El hijo menor pide su herencia y abandona la casa paterna. Y, como interpreta A. Gide en una de sus novelas, el hijo menor tenía razón. 2. - Impacto del giro antropocéntrico en la teología. A tenor de lo dicho podría tener un sentido aceptable la afirma– ción de que el cristianismo histórico, al propiciar por endogénesis la aparición en su seno del antropocentrismo radical de la cultura, habría estado cavando su propia sepultura. Sea de ello lo que fuere a nivel de la sociología y psicología de la religión, lo cierto es que ahora el cristianismo por una parte mira al antropocentrismo como a hijo pródigo que huyó de casa y, por otra, se deja afectar honda– mente por el triunfo cultural del antropocentrismo. Se confiesa in– terpelado por él y acepta muchas de sus rcvindicaciones Se habla y reflexiona sobre el giro antropocéntrico de la teología actual. Representante destacado y nada extremoso de este giro antro– pocéntrico dentro de la teología católica podría ser mencionado E. Schillebeeckx. Para él la intención primera de Dios al hablar al hom– bre no sería la de desvelar el misterio del Ser divino, sino la de desvelarle al hombre lo que él es y cuál es su destino visto desde Dios, desde el proyecto de saivación que Dios tiene sobre él: « Dios esboza una teología en la medida en que revela una antropología, y revela una antropo-logía en la medida en que esboza una teología» 10 • Pero el más decidido y consecuente propugnador sistemático de esta inversión antropocéntrica en la tología es K. Rahner. Esta 10 E. SCHILLEBEECKX, Función de la fe en la autocomprensión humana, en T.P. BURKE (edit.) Cuestiones urgentes de la teología actual, Madrid 1970, 82. El teólogo hebreo A. J. HESCHEL dice: « La Biblia es un libro acerca del hombre. No es una teología desde el punto de vista del hombre, sino más bien una antro– pología desde el punto de vista de Dios », El concepto del hombre en el judaísmo, en RADAKRISIINAN -P. T. RArn, El concepto del hombre. Estudio de filosofía com– parada, México 1964, 138. Los profetas no ofrecen una doctrina sobre la natura– leza divina; más bien ponen de manifiesto el conocimiento que Dios tiene del hombre, sus preocupaciones sobre el hombre. Reevlan actitudes de Dios más que nociones sobre Dios ». lo., La notion juda"ique de Dieu et le renouveau chrétien, en La Théologie du renouveau, Paris 1968, I, 112. Es claro que estos teólogos, aunque la atención la concentren en el hombre, pero no se le indepen– diza de Dios.

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