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Contribución de la teología franciscana 709 El cristianismo - comenzando ya desde el AT -, exalta al hom– bre como imagen y semejanza de Dios, plenipotenciario y vicario del Creador para cultivar y dominar la creación. Al desvelarle la dignidad de hijo con que Dios lo agracia habría desatado en el hombre, dado impulso y cauce a las oscuras, reprimidas pretensiones del subconsciente que en cada hombre lo empujan a huir la tutela del padre, a ser igual a él, a ponerse en su lugar. Esta tendencia del subconsciente individual y colectivo habría llegado al paroxismo cuando Jesús de Nazaret consustancial a los hombres, es proclamado consustancial con el Padre, adorado y glorificado como lo es el Padre. En él contempla y adora el creyente su propia naturaleza exaltada, compartiendo los honores más altos con la Divinidad 9 • Desde otra perspectiva, en cierto grado opuesta, la Iglesia cristiana habría desco– nocido con gran descaro y persistencia la dignidad del hombre. La fuerte organización jerárquica y prramidal de la Iglesia cristiana, el modo autoritario, impositivo y sin control público con que ha ejer– cido sus poderes durante siglos, serían una tenaz provocación para el hombre a quien, por otra parte, se proclamaba de noble alcurnia divina. La connatural tendencia del hombre hacia la autodetermina– ción y gobierno de sí mismo chocaba frontalmente contra las exce– sivas y omnipresentes pretensiones « divinales » con que la Iglesia ejercía sus poderes. Estos eran entendidos y, sobre todo, ejercitados, en forma masivamente fundamentalista, apelando de continuo a Dios, cuya imagen deslucían, al presentarlo como incomprensible– mente autoritario y controlador de la actividad humana. Nada extra– ño que, a partir del siglo XIII, se tornen incontenibles los movimien- es objeto de la confianza absoluta del creyente en cuanto es benéfico para él y se pone, por así decirlo, al servicio de ansia humana de salvación y de libera– ción de la angustia del pecado. Somete a examen esta pretensión feuerbachina O. BAYER, Gegen Gott und für den Menschen. Zur Feuerbachs Lutherrezeption, en Zeitschrift für Theologie und Kirche 69 (1972) 34-71. Tambien J. WALLMANN, Ludwig Feuerbach und die theologische Tradition, en Zeitschrift für Theologie zmd Kirche 67 (1970) 56-86. El mismo Feuerbach decía de sí mismo « yo soy Lutero II ». Feuerbach descubre un egoísmo y antropocentrismo radical en el ansia de Lutero de encontrar un « Dios de gracia para mi». Egocentrismo que perdura en frases como la de Mclanchton, « conocer a Cristo es conocer sus beneficios »; en la doctrina de la elección, de la inmortalidad y vida eterna. 9 Idea mantenida por E. Bwcn en las obras citadas. La cultiva también, en– tre otros E. FROMM en su escrito El dogma de Cristo, Buenos Aires 1969. Y en otras de sus obras, ocasionalmente, desde la perspectiva del psicoanálisis y la sociología religiosa.

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