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Contribución de la teología franciscana 751 propia esencia. Dios ama el bien de su esencia con amor y fruición infinita. Pero como el amor que se tiene no es ni envidioso ni celoso por eso quiere que otros seres distintos de sí, Cristo y los elegidos, participen del bien de su esencia. Es como si un rico y noble invitase a su mesa a otros, no porque necesite nada sino para hacerlos parti– cipar de su felicidad 49 • Diciendo que Dios cuando crea a los hombres no es « envidioso » ni « celoso » Duns Escoto toca un tema de enorme trascendencia cultural y humana. La « invidia deorum » es uno de los grandes moti– vos en los que las religiones míticas expresan la relación de los dioses con los hombres. Los dioses se habrían reservado para sí la felicidad e inmortalidad y a los hombres les han « cargado con la espuerta», según un mito mesopotámico. El motivo de la « invidia deorum » estaría implícito en la sugerencia que la serpiente hace a la mujer en Gn 3,lss: Dios envidioso, celoso y temeroso del,bien~ estar del hombre, de su posible acceso a la inmortalidad, habría im– puesto la prohibición. El psicoanálisis, manejado por hombres in– creyentes y por creyentes, ha descubierto que todo hombre, en su subconsciente, acusa al Padre celestial de sentimientos de envidia y celotipia en el disfrute de sus poderes divinos; de prepotencia opresora en relación al hombre, a quien negaría la suficiente autono– mía temeroso de perder sus privilegios. Una proyección hacia lo alto de las experiencias históricas del hombre. La TF presenta la imagen de un Dios cuya relación al hombre (cuya praxis respecto del hombre, si vale la expresión) está determi" nada por 1a liberalidad, por la generosidad más desinteresada. Tam– bién la praxis de Jesús, tanto en su referencia al Padre como en re– ferencia a sus hermanos los hombres viene determinada por la acti– tud de generosidad, de gratuidad absoluta. Esta es la clave para en– tender lo radical del servicio de Jesús al Padre y la radicalidad de su servicio a los hombres. Pero también la radicalidad que pide a los suyos para que se entreguen al servicio del Reino de Dios. En esta tesitura no será tan difícil comprender que la intervención de Dios en la vida humana no tiene carácter ninguno heterónomo, sino que 49 S. BUENAVENTURA, I Sent d. 27, p. LI, art. un. q. 2, ad 3; I, 470a: « unde sicut aliquis horno liberalis invitat ad comedendum quia solus, sic Pater generat propter liberalitatem, ut ne sit solus ».
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