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Contribución de la teología franciscana 749 humana, incluso la ciencia que se diga más especulativa, abstracta y desinteresada en realidad está movida por el interés humano con– fesado o sotergado. En este contexto es comprensible que el huma– nismo actual ante el tema de Dios que le ofrece la teología cristiana pregunte con espontaneidad y de entrada: qué interés o qué necesi– dad auténticamente humanos viene a cubrir el Dios que se le ofrece. Es comprensible, igualmente que una apologética teológica preocu– pada - tal xez con exceso - por hacer creíble, razonable, aceptable el Mensaje subraye con intensidad la idea de que Dios-Evangelio viene a cubrir la necesidad radical del espíritu humano que, en el fondo, de nada necesita tanto y que nada desea tan a fondo como a Dios. Así habría que interpretar el célebre dicho agustiniano: nos hiciste, Señor, para Ti y está desasosegado nuestro corazón hasta que descanse en Ti. En esta línea es acertada la observación de que para el humanista actual Dios es la cifra del supremo interés 46 • Un antro– pocentrismo no menos absorbente delata la manera unamoniana de concebir a Dios como el Inmortalizador del ser humano, subenten– diendo que fuera de esta función Dios carece de interés para el hombre 47 • Cuando Dios es la cifra del supremo interés, como los intereses concretos de los diversos grupos humanos son tan varios y contra– rios entre sí, nada extraño que este Dios fabricado a impulso de intéreses humanos sea proclamado y aceptado por los diversos gru– pos humanos según los intereses de ellos. Así ha sucedido con irritan– te frecuencia en nuestro mundo occidental hasta nuestros días. Mo– vimientos teológicos tan cristianos y bien intencionados como la Teo– logía de la liberación no supera siempre este peligro de presentar a Dios, a Cristo como el supremo interés del hombre. Este interés egoista tan humano, estaría oculto en la proclamación de Jesús como Libertador del hombre acosado por tantas miserias y formas de opresión. En los primeros siglos, frente a los varios dioses « salvado– res», Cristo fue presentado como el Salvador por excelencia. Ahora entre las varias formas humanistas de praxis liberadora, Jesús es 46 A. FIERRO, Sobre la religión. Descripción y teoría. Madrid 1979, espec. 163-175. 47 Tal es lo que podríamos llamar el Dios de M. de Unamuno, según expone recientemente E. RIVERA DE VENTOSA, Unamuno y Dios, Madrid 1985.

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