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740 Villalmonte nas la fraternidad podría resultar más problemática: cuando el hombre es poseído por el odio suscitado por las injurias recibidas y no la quiere perdonar; cuando se siente abrumado por la tribula– ción; cuando le atemoriza el enigma de la muerte. - la referencia cristocéntrica es también un aspecto original. Cristo es presentado como el Hermano mayor de las cosas todas. - el hecho de haber intensificado precisamente en esta perspec– tiva la paternidad y piedad del Padre celestial. La « piedad-píetas » sanfranciscana para con los seres todos, su sentida hermandad con ellos era consecuencia de la vivida experi:encia de la universal pater– nidad de Dios sobre los seres todos . Puede admitirse que la TF clásica no fue en medida suficiente una teoría de la praxis sanfranciscana de la fraternidad universal. Será esta una de las tareas que l:e quedan por cumplir, en una ci11cunstancia histórica y cultural en que la teología de la fraternidad universal así entendida está siendo una aspiración de todos los hombres y estratos sociales. En efecto, las hodiernas urgentes demandas de los movi– mientos ecologistas, laídas desde una perspectiva de la TF, deberían ser motivos para dar densidad, sentido cristiano a esta praxis huma– nista de cuidado y preocupación por la naturaleza y ambiente físico externo .Nunca la humanidad había sentido tan hondamente este pro– blema. Y con él la necesidad de tratar a la naturaleza y a los seres todos en ella existentes, como hermanos de cuya compaü.ía y trato amigo y fraternal necesitamos para que nuestra vida no se deshuma– nice. La explotación y servicio al hombre que se demanda a los seres de la naturaleza no debe significar imponerles una esclavitud ni su– jetarlos a un proceso de exterminio. Por respeto al hombre mismo y al Creador de las cosas y de los hombres. La fraternidad universal referida a los hombres encontró un im– pulso sugeridor en la praxis franciscana de saludar a los hombres todos con la « Paz y Bien». Parece claro el sentido social de este saludo en labios de san Francisco y la tradición franciscana. Este saludo dicho como un deseo, una exhortación, y una bendición de– bería ser el punto de arranque de forma franciscana de entender la praxis política de la caridad fraterna. Coincide con lo que antes indicábamos como el momento propio de intervención de la praxis cristiana para unirse a la praxis humanista de realización del hom– bre: el momento de celebración de la creación y disfrute de los

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