BCCCAP00000000000000000001536

Contribución de la teología franciscana 737 científicas a diversos niveles, praxis reguladoras del comportamiento humano en la amistad, el amor, la sexualidad; praxis buscadoras de una visión unitaria del universo, de un sentido para la vida humana individual y colectiva. Estas hay que calificarlas de praxis meta-econó– micas y meta-políticas, pero indispensables, ya que responden a necesi– dades humanas hondas y universales. Con esto llegamos a descubrir la necesidad de una praxis mera– mente simbólica que se ocupa de la actividades humanas gratuitas, no utilitarias no productivas; como son las que buscan el sentido a la actividad humana y la vida en su conjunto y a las diversos tipos de actividades humanas: las actividades lúdicas y festivas, ceremoniales, religiosas, siquiera sea en el sentido más amplio de la palabra, como es de la religión en cuanto creadora de símbolos que expresen la aspi– ración del hombre a la trascendencia. Pues bien, dentro de o al lado de esta praxis humana simboliza– dora que busca dar expresión a la necesidad humana de sentido pa– ra la vida y de trascendencia, hay que enmarcar la posibilidad de en– cuentro entre la praxis cristiana centrada en la caridad fraterna y la praxis marxista o de cualquier otro tipo de humanismo radical. Y ello sin que, al menos de entrada, quede descalificada la pretensión de los teólogos respecto a la gratuidad absoluta y estricta « sobrena– turalidad » de la praxis por ellos propuesta. Desde el punto de vista del humanismo la praxis cristiana se justifica o se invalida en la me– dida de su eficiencia en orden a lograr la cumplida realización del hombre como ser en el mundo. Si además la práxis teológica de la caridad fraterna tiene un plus de eficacia sobreañadida y absoluta– mente gratuita en orden a una vida del hombre allende la muerte, en otra vida eterna que se ofrece, todo este ofrecimiento podría quedar de momento entre paréntesis, mientras no se demuestra como inhibi– torio de las tareas intramundanas del creyente y por ello alienante para su ser humano. Surge ahora el problema de sí la praxis cristiana de la caridad fraterna puede, sin desnaturalizarse, aceptar el reto de concurrir con la praxis humanista en este campo de la eficiencia intraterrena. O tal vez pueda hacerlo, pero con reservas. Ya mencionamos antes la forma en que está planteado el reto; los griegos piden sabiduría, los judíos piden señales, los humanistas actuales piden eficacia polí tica, nosotros predicamos a Cristo y éste crucificado. Es éste un tema muy amplio que no podemos tratar aquí. La praxis cristiana de Laurentianum - An. XXVI 47

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz