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736 Villalmonte Como es normal y deseable viene luego el problema de los reajus– tes y de las posturas sincretistas, intermedias. Pasando del anatema al diálogo últimamente surgen los intentos de colaboración en praxis humanas convergentes en una empresa común, incluso antes de que la convergencia se haya realizado a nivel de la teoría y principios generales. Un ejemplo de ello podría ser las diversas corrientes agru– padas bajo el común denominador de la praxis liberadora. En ella cabe la empresa netamente cristiana de la Teología de la praxis de liberación cristiana. No hablamos de ella aquí. Precisamente por el riesgo que comporta es una tarea digna de ser atendida y proseguida. De momento nos contentamos con proponer una especie de guión para realizar, sin dificultades insuperables y sin pérdida de autenti– cidad, un enmarcamiento de la praxis teológica dentro del esquema mental de la praxis humanista. Hay un ensayo sugestivo que podría tenerse en cuenta a este nivel y provocar ulteriores reflexiones 40 • Por la praxis se quiere trasformar la relación vital con la circunstancia entorno que le limita y resulta opresora. Queda abierta la cuestión de determinar cuál es, al pormenor, esa circunstancia vital que anajena al hombre. Para realizar esta actividad liberadora en forma completa e inte– gral se requiere el concurso simultáneo y coincidente de varios tipos de praxis: - praxis económica, ocupada en trasformar el entorno vital de la naturaleza subhumana por medio del trabajo, y de la técnica como forma de trabajo superior, científicamente organizado. Se parta del presupuesto-verdadero dentro de cierta sobriedad y sin insolencias prometeicas -, que el hombre puede dominar la naturaleza y tras– formar las relaciones con ella y mediante esta praxis realizarse a sí propio como ser en el mundo . - praxis política, tendente a transformar el entorno social, la sociedad entera por medio de actividades como la economía, el régimen político, el derecho, la práctica del gobierno. - praxis directamente trasformadora del hombre. Las anteriores lo intentaban a través de mediaciones y circunloquios operativos. Aho– ra se trata de praxis más íntimamente humanas: práctias artísticas, '" A. FIERRO, El c,epúsculo y la perseverancia. Ensayo sobre la conciencia cristiana, Salamanca 1973, espec. 179-216: una praxis de fraternidad.

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