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Contribución de la teología franciscana 729 El hombre medieval, con su visión jerarquizada del cosmos y de la sociedad tenía propensión a medir la dignidad y valor de un hombre por la grandeza del señor a quien servía. La vida humana era valorada en la categoría de servicio. Mayor dignidad tenía aquel que servía a más noble señor. Hasta llegar a Dios, a quien « servir es :reinar», según frase de san Agustín y de la Liturgia. En cambio, el hombre típicamente moderno pretende ser totalmente autárquico en todas las dimensiones de la vida. Se muestra hipersensible a cualquiera limitación de su libertad. Orgulloso de su independencia no soporta « ni Dios ni amo», según consigna del comunismo liber– tario. El sentido y valor de la existencia es el que el hombre logre darse a sí mismo, conquista de su propio esfuerzo. De todas formas, incluso a nivel meramente humanista hay que reconocer que este bravo independentismo que no quiere recibir nada gratuito de nadie, que quiere realizarse en absoluta autonomía y exclusiva responsabilidad individual no está favorecido por la experiencia, no responde a las exigencias de un análisis detenido del ser humano. En efecto, la psicología enseña que el hombre comienza a percibir el sentido y valor de su vida personal bajo el influjo del otro. El niño comienza a percibir la valiosidad de su vida, que ésta tiene sentido, a medida que se siente apreciado y amado por su madre, sus educadores más inmediatos. El sentido de la vida es una gracia, un don, antes de ser una conquista personal. Es un tópico oír decir a los grandes amigos o a los grandes amantes que han en– contrado alguien que ha dado sentido a su vida. Si a nivel interhu– mano no es indigno recibir el sentido y valor de la vida como un don, como una gracia, hay abierto un camino en el espíritu humano para no rechazar, de entrada, la posibilidad de encontrar el sentido último de la vida como efecto de una donación liberal de otro, de Dios 32 • Admitido que esta respuesta, aunque no evidente sea, sin embar– go, razonable, queda en pie una dificultad de orden práctico que en la actualidad adquiere importancia primaria. Se refiere al hecho de 32 El afán prometeico de realizarse a sí mismo sin agradecer nada a nadie puede tacharse de esquizofrénico desde la perspectiva de una antropología personalista de la intercomunión. Sin la ayuda y, en el fondo, la gracia y favor del otro, de la comunidad, el hombre no puede realizar sus posibilidades Descubrir el sentido de la vida, realizarse como hombre es, al mismo tiempo una tarea personal y don del otro. Contra el criterio utilitarista actual ver las observaciones de H. GoLLWITZER, Kru111mes Holz aufrechter Gang. Zur Frage nach den Sinn des Lebens, München 1970, 46-82; 297-325.

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