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728 Villalmonte mente entonces cuando se pone de manifiesto la max1ma grandeza del ser humano. Por la ex!Celencia de su ser es por lo que el hombre está destinado a perfección tan eminente que es imposible que la consiga por el desarrollo del dinamismo propio o el auxilio de ningún otro ser creado. El hecho de que otros seres del universo puedan conseguir su propia perfección por sus propias energías, no delata que sean más perfectos. Es más perfecto el poder ser per– feccionado por el ser Infinito en el sumo grado de perfección posible a una criatura, que no el lograr menor perfección por sus propias fuerzas 30 • La afirmación de que la perfección última del ser humano haya de ser gracia y donación de la liberalidad de otro, aunque éste sea Dios, no puede menos de parecer indigna y alienante para la exa– cerbada sensibilidad del humanista radical de nuestros días. Pero llegados aquí nos encontramos ante la decisión de la fe. El humanista actual hace suya la postura de Promet,eo: no acepta la libertad - ci– fra para él de todos los bienes -·-, si ella le ha de venir como gracia de Zeus. Mientras que el creyente verá en la oferta de Dios el sentido último y la realización plenamente gratificante de su ser humano. Los filósofos humanistas contemporáneos podían no encontrar de– masiado humillante la solución ofrecida por Escoto, ya que el hom– bre medieval no tenía dificultad insuperable en considera-rse a sí propio como subordinado al ser, al Ordo y Lagos universal y objetivo, a la voluntad de los dioses, al Absoluto. Aristóteles indica en algún momento que no habría dificultad en pensar que la perfecta felici– dad (eudaimonía) pudiera el hombre lograrla por benevolencia de los dioses 31 • 30 « Nec per hoc vilifico naturam superiorem, sed dignifico», Rep. I, prol. q. 3, a. 3 n. 7; XXII, 50a. Ord. I, prol. n. 75; I, 26; Lect. I, prol. n. 37; XVI, 16. Santo Tomás responde a similar objeción: « melioris conditionis est natura quae potest consequi perfcctum bonum, licet indigeat exteriori auxilio ad hoc consequendum, quam natura quae non potest consequi perfectum bonum, sed consequitur quoddam bonum imperfectum, licet ad consecutionem eius non indigeat exteriori auxilio... Et ideo creatura rationalis quae potest consequi perfectum beatitudinis bonum, indigens ad hoc divino auxilio est perfectior quam creatura irrationalis, quae huiusmodi boni non est capax, sed quoddam imperfectum bonum consequitur virtute suae naturae », Summa Theol. 1-2, q. 5, a. 5, ad 2m. 31 Etic. Nicorn. I 9 (1099b). Lo cita Escoto en Ord. I, prol. P. I, q. un. n. 14 (I 10).

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