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722 Villalmonte sagrada. Esta afirmación parece segura si se fija la atención en la función que la propia figura de Cristo y el hombre ocupan dentro de una ordenación sistemática de los datos revelados. La conocida tesis escotista sobre el primado de Cristo en los decretos divinos que dispone la actual economía de salvación com– porta una visión muy explícita de todo el ser y función de Cristo como el Hombre-para-Dios, bien distinto del « Hombre-para-los– demás » de que habla el antropocentrismo teológico. Cristo tiene una función primordial y absorbentemente teocéntrica: ha sido que– rido y predestinado por Dios para ser el supremo Glorificador de la Trinidad, para que ame a Dios con el amor de caridad más perfecto posible en un ser distinto de Dios. Dentro de esta función latréutica, para gloria del Padre y en fuerza del amor con que ama a los hom– bres en Dios y para Dios, se torna tambien en Salvador de los hom– bres y muere « por amor intenso al Fin y a nosotros ». No dejan de tener una sublime grandeza los textos en que Escoto describe el proyecto divino de salvación y la relación en que en él se encuentran Dios, Cristo, hombres, el universo. En un primer instante Dios se ama a sí mismo, al bien infinito de su esencia, con infinita complacencia. Este amor no es egoísta, no es celoso ni envidioso, sino un amor de liberalidad difusiva que tiende a donarse a los demás, a hacerlos partícipes del bien y riqueza infinita de su esencia. Por eso quiere amarse a sí mismo en otros, que otros seres distintos de sí lo amen. Y como es Caridad no sólo eficientemente sino formalmente Caridad por eso es Amor ordena– dísimo. Y así lo primero que quiere es que alguien distinto de Sí lo ame con el más perfecto amor de caridad posible en una crea– tura: quiere a Cristo como « summum Opus Dei», « Supremum Bo– num in entibus ». Luego quiere otros seres que le acompañen en el amor que El mismo se tiene: elige a los santos para gloria de Cristo, coherederos de la vida divi:na de la Trinidad. La función soteriológica de Cristo es, en la actual economía de salvación, inseparable de la función latréutica. Pero esta función salvadora a favor de los hombres se pone en marcha desde su fun– ción como Glorificador y Amante Supremo de la Trinidad. También la existencia del género humano, predestinado a participar de la gloria de Cristo, tiene su razón de ser y un sentido último rigurosa– mente teocéntrico y latréutico: ser glorificadores de Dios en el acto de caridad perfecta: vult Jzabere alias condiligentes. En esto se

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