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Contribución de la teología franciscana 721 lores humanistas de la Revelación, e incluso una fuerte propens1on a centrar los contenidos de la fe en torno al hombre, surge en estos ambientes teológicos como consecuencia y bajo presión del radical antropocentrismo cultul'al antes señalado. Hay que reconocer que una teología cristiana que quiera desa– rrollarse en forma equilibrada y completa no puede menos de aten– der a estos tres polos del contenido global de la Revelación: Dios, Cristo, el hombve. Si pensamos en la Revelación como un todo, hay que r,econocer que se trata de una magnitud tridimensional, como si fuera una figura triangular en la cual cada uno de los tres lados es esencial para el conjunto. Expresaba con acierto esta verdad una definición de teología que se contiene en la Summa Ha1esiana: la teología es una ciencia que trata de la sustancia divina, que se nos revela en Cristo para nuestra salvación 23 • Las tres dimensiones deben estar ca-presentes y co-operantes la una en la otra. No sabe nada la teo-logía de Dios sino de aquel que se revela - de forma condensada y en cifra -, ,en Cristo. Pero Cristo tiene importancia decisiva para el teó-logo en cuanto aparece como Revelador del Dios Trino y de su proyecto de salvación. El hombre que conoce la teolo– gía cristiana es aquel del cual dice el Vaticano II que sólo en el misterio del V·erbo ·encarnado nos es perfectamente cognoscible 24 • De todas formas una teología de finalidad inmediatamente fun– damental-apologética dará preferencia a la dimensión antropocén– trica de la teología. Cuando se quiera ejercer la función kerigmá– tica en forma preferencial se subrayará el cristocentrismo de la ciencia sagrada. La orientación teocéntrica prevalece en los teólogos que buscan un mayor nivel científico especulativo. Así como el teocentrismo prevalece en los grandes místicos cristianos. La TF, representada en este caso por Duns Escoto, mantiene una opción preferencial por la dimensión teocéntrica de la cienc:a 23 « Theologia est scientia de substantia divina cognoscenda per Christum in opere reparationis ». ALEJANDRO DE HALES, Summa Theologica, I, introd. q. I, cap. III, resp.; I, 6a - Ib. I, 13b. Definiciones similares en T. IV Prolegomena CCII. 24 Const. Ga:udium et Spes nr. 22: « El misterio del hombre sólo en el miste– rio del Verbo encarnado se esclarece plenamente. Porque Adán, el primer hom– bre, es figura de que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, nuevo Adán, al revelar el misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación ». El tema ha sido asumido y ampliado por Juan Pablo II en su encíclica Redemptor Ho– minis, AAS 71 {1979) 157-322. Laurentianum - An. XXVI 46

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