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Contribución de la teología franciscana 715 las pluriformes presiones de vida social y de las propias creaciones humanas cristalizadas en lo que llamamos mundo objetivo de la cul– tura. Pero la praxis cristiana de la caridad fraterna ha de compro– meterse, incluso en forma preferencial, por realizar estas dimensio– nes del ser humano si no quiere sucumbir a la tentación de ideolo– gía ineficiente e incluso alienadora. El hombre actual, todo vertido hacia la construcción de la Ciudad de este mundo, del Reino del hombre, mide el valor de cualquier concepción del hombre que se le ofrezca en razón de su eficacia para realizar este proyecto huma– nista de promoción y mejoramiento de la sociedad 15 • Haciendo una aplicación extensiva, una especie de sensus acco– modatus, podríamos citar aquí la frase de Pablo en 1 Cor 1,2 ss: los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, el hombre « moderno » pide eficacia política; pero nosotros predicamos a Cristo y este crucificado. Este nuevo sesgo tomado dentro del giro antropo– céntrico puede llegar a constituir un caso serio para la teología y para el vivir cristiano en general. Aparece en el horizonte la que ha sido denunciada corno « religión antropocéntrica, horizontal»; que desligando al hombre de la directa y absorbente religación a Dios - o bien marginándolo a un segundo plano o alejándolo con una mera alusión implícita -, centra todas las energías de su obrar en cola– borar con los hombres constructores de la Ciudad del hombre. Cuan– do se propugna una inversión antropocéntrica de la praxis del amor fraterno, no se responde a la nueva pregunta diciendo, desde la 15 Tal vez la obra mejor pensada sobre el tema sea la de Clodovis BoFF, titulada Teología de lo político, Salamanca 1980, con amplia bibliografía final. La denominación de « Teología política» no es nada satisfactoria, ya que durante siglos se le pidieron a la teología cristiana servicios « políticos » en beneficio de las clases pudientes contra el pueblo llano y los proletarios. La «política» habría de entenderse en toda esta discusión en el sentido noble y elevado en que Platón trata de política en la República (Politeia). Por tanto, no en el sen– tido de la política partidista conyuntural que proponen los diversos partidos políticos; aunque sin prescindir totalmente de ellos, ni de sus propuesta de actuación política concreta. La Teología de lo político alcanza su mejor y más rico desarrollo en la Teología de la liberación, tal como la cultivan, sobre todo, los teólogos de Iberoamérica. Esta forma de hacer teología está merecien– do hoy la máxima atención y la máxima acogida por parte toda la teología cristiana. Esta teología tiene el compromiso de no olvidarse de que la praxis liberadora, si quiere seguir siendo cristiana, ha de ejercerse sub ratione Deitatis, es decir, sin olvidar la orientación primordialmente teocéntrica de la praxis y de la teoría de la praxis cristiana.

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