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« physis » en los procesos naturales regulados y uru¡formes, sino a la inversa. Basados en una experiencia, intelectual y poética, de la « physis », han visto en ella la fuerza operante que irrumpe por doquier. Lo que sale y brota de sí mismo, según la frase expresiva de Heidegger: « Das von sicb aus Aufgehende ». Desde esta visión de la « physis », como ser y devenir juntos, contempla Heidegger el Dasein humano con su libertad. Si el Sein es siempre tensión hacia, impulso y brote, el Dasein tiene que realizar su ser, transformándose en proyecto que ha de actualizar la libertad en la con– tinua tensión de su « ex-sistir » 31 • La libertad, de tanta significación en el último Heidegger, recibe de la concepción metafísica que hemos descrito todo su sentido. Toda su vacie– dad, tenemos que añadir nosostros, forzados por nuestro espíritu crítico. El motivo de nuestro juicio severo lo daremos inmediatamente. Pero antes debemos advertir que Heidegger ha resucitado el viejo naturalismo griego por desconocer la vinculación de la « physys » con su Hacedor. Esta vincu– lación fue establecida por la filosofía tradicional desde Platón. Pero Hei– degger ve en tal vinculación la primera y más funesta desviación en el camino del Sein. Por ello la abandona. Y al abandonarla, se queda exclusi– vamente con la fuerza emergente de la « physis », en despliegue continuo, sin asignarla motivación ni sentido. El Sein, que ha hallado en la « physis » presocrática su mejor expresión, es siempre emergente. Al realizarse en el Desein, se realiza como libertad gratuita, sin finalidad precisa. ¿No cae Heidegger en el puro formalismo de la libertad? En su Brief iiber den « Humanismus » protesta Heidegger de esta afir– mación de Sartre: « Précisement nous sommes sur un plan ot't il y a seule– ment des hommes ». En su lugar hace esta otra: « Précisament nous som– mes sur un plan ou il y a principalment l'Etre » 32 • ¿Pero se hallan distantes Heidegger y Sartre? ¿ No será más verdad afirmar que Sartre ha deducido las consecuencias kSgicas de la metafísica de la finitud de Heidegger, de esa metafísica que busca la desconexión del Dasein humano con el Ser Infinito? Esta metafísica desconoce radicalmente la verdad ontológica, fundada en Dios, y piensa que su ingerencia en la metafísica es onto-teologismo incon– sistente. ¿No se halla aquí la raíz de por qué el Sein de Heidegger corre a la finitud y desemboca en la nada de Sartre? La conocida distinción satriana: « en soi » y « pour soi » pudiéramos acoplarla de alguna manera a los dos momentos de Heidegger: antes de la Kehre y después de la Kehre. El « pour soi » de Sartre está saturado de subjetividad como el Dasein de Heidegger, anterior a la Kehre. Pese a ello, Heidegger repudió de modo absoluto en el pasaje citado de Brief iiber den « Humanismtts » el que Sartre intentara vincularse a su metafísica. 598 Para el historiador de las ideas el problema no acaba con esta protesta. 31 Einführung in die Metaphysik, Dritte Auflage, Tübingen, 1966, p. 11. 32 Wegmarken, Frankfurt, a.M., 1967, p. 165.
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