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rrollará por medio de una interpretación de la Crítica de la Razón Pura como fundamentación de la metafísica» 30 • Parece evidente que en el momento en que Heidegger escribe estas líneas piensa que la metafísica debe tener por gozne la analítica existencial de Dasein. A exponer esta analítica existencial, base de la ontología, dedicó su obra, Sein und Zeit. Entonces veía en el Dasein la revelación primera del Sein, su patentización y trasparencia. Y quiso hallar confirmación de ello en la Crítica de la Razón Pura de Kant. También Kant, según él, quiso fundamentar una metafísica en el análisis del Dasein, del hombre, al que llamó Sujeto Trascendental. Más tarde, sin embargo, Heidegger reprocha a Kant el haberse limitado al análisis de la conciencia y haberse clausurado en el campo del Seiendes sin llegar al Sein. Kant aparecía entonces a la visión histórica de Heidegger como un hito más en la ruta de las desviaciones de quienes, desde los tiem– pos de Platón, salieron en busca del Sein y se perdieron por los senderos del Seiendes. Mostrar esos falsos senderos y tornar al recto camino que lleva al Sein es la magna obra emprendida por Heidegger en la última navegación de su pensamiento que, tal vez, no sea la definitiva. Su estudio sobre Nietzsche es en este sentido altamente significativo. La falsa ruta de siglos culminó en él en una total subjetividad que expresa su lema: « Wille zur Macht ». Heidegger rompe en este último período con el subjectivismo, más o menos latente en Sein und Zeit, y se vuelve al Sein que se revela al Dasein y lo llama y lo fascina. La misión del Dasein es ahora montar guardia y vela, siempre en tensión hacia el Sein. « Pastor del Sein », le llama Heidegger en frase inolvidable. Al llegar aquí es obvio que nos preguntemos: ¿ Qué entiende Heidegger por ese Sein del que hace clave y fundamento de su metafísica? La respuesta podemos hallarla en Einführung in die Metaphysik, publicada por primera vez en 1953. Es, pues, de época tardía en la producción heideggeriana. En esta obra se enfrenta con una de las palabras claves de nuestra cultura occidental: la « physis ». Dos significaciones fundamentales podemos distinguir en ella. La primera menta los procesos que hoy llamamos natu– rales, es decir, los procesos permanentes, sometidos a la regularidad de las leyes físicas. La segunda significación apunta, más bien, a la fuerza de donde brotan estos procesos. Una cosa es la naturaleza como lo dado, lo hecho, y otra es el germinar, el emerger de las cosas, como el brotar de un rosa, por recordar el mismo ejemplo que propone Heidegger. Lamentablemente, según éste, la significación de physis declinó hacia la primera vertiente significativa, excepto en aquella mañana intelectual en la que amanecio el pensamiento griego. Aquellos primeros pensadores, opina Heidegger, no han visto la 30 Kant und das Problem der Metaphysik. Dritte Auflage, Frankfurt a. M., 1965, p. 13 (Utilizamos la versión españ., México, 1954). 597

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