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416 E. RIVERA DE VENTOSA muy propio de aquel poeta, pleno de vitalidad vegetativa: "Aún verde está y cubierto de flores el madero" 1 s, Pero entre ellos sus preferencias son para Unamuno. Baste citar un caso más a los ya anotados. En el capítulo último de su obra, más lírica que filosófica, Cosi mi parlano le cose mute, mira al Crucifijo para hablarle. Y las primeras ,palabras que le dirige son las que Unamuno dejó escritas en El Cristo de Velázquez: "Eres el hombre eterno ..." Con e:llas Sciacca entabla diálogo con el Crucifijo que tanto tiene que decir al hombre de hoy 19 • Esta referencias, muy incompletas, muestran con toda evidencia cómo, tanto los autores clásicos, como los de nuestro siglo vienen a la mente y a la pluma de Sciacca. Los selecciona porque se le imponen a su atención. Las raíces de esta atención selec– tiva se hallan en la honda vivencia de los valores hispánicos de los que nuestro filó– sofo hizo alimento para su espíritu. A la raíz de su hispanismo Todo pensad,or razona siempre, hasta en los minúsculos problemas suscitados por la noticia periodística, desde un sistema en el que se anudan entre sí sus distintas y aparentemente dispares afirmaciones. De aquí que, al valorarle sea necesario vincu– lar sus juicios y actitudes a la hondura del sistema. Hemos podido captar por lo dicho anteriormente cuán en lo hondo de su concien– cia de pensador llevaba Sciacca lo que él mismo llama alma de España. Pero es hora de preguntarnos por la raíz de la que ascendía el vital jugo que florecía en sus es– tudios sobre España. Tema sustancial que no podemos dejar a trasmano. Pues bien; creemos que esta pregunta sobre la raíz del hispanismo de Sciacca hay que vincularla al ,problema del sentido histórico y actual de lo que llamamos Europa y dentro de la significación cultural de ,ésta, de la aportación que a Europa debe dar la latinidad. Sólo desde esta .filosofía de la cultura podemos tener una perspectiva para juzgar el hispanismo del filósofo italiano. Una página de éste nos pone de modo hiriente ante el problema. Lamenta en ella el que la actual cultura italiana mire ante· todo a París y Londres más que a su irradia– ción en el mundo hispánico. Con frase dolida escribe: "Ancora ci entusiasmiamo di un successo in Francia o in Inghilterra e magari a Stoccolma o a Copenaghen, come si l'avvenire della nostra cultura fosse ancora in questi paesi che, come tutta l'Europa e come noi, sono minati da una cultura morente e afflitti dalla decadenza política dell'Europa, stretta tra la potenza nord-americana e la rusa" 20 • Para el que tenga sensibilidad a los grandes -problemas filosófico-culturales de nues– tro momento, las últimas palabras de Sciacca le recordarán otras muy discutidas de M. Heidegger en su Introducción a la Metafísica. Pensadas en la época nazi, pudieron ser interpretadas como cierta as.quiescencia al sistema. Pero lo que es innegable es que fueron palabras proféticas. En eHas denunciaba el filósofo alemán el que una tenaza férrea amenazaba estrangular esta vieja Europa. Los !.!anchos de la misma 18 Cosi mi parlano.. , 94. 19 Cosl mi pm·lano.. . 103. 20 S·ull'America Latina, notas periodísticas publicadas en 1l Popo/o, 18 y 23 de enero y 2 de febrero y recogidas en el "Appendice" de la obra cit. ll Chisciottismo... El pasaje citado en el texto se halla en p. 265.
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