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414 E. RIVERA DE VENTOSA huidizo y eternamente imperdible. SiLencio grande y total. La mus1ca también está hecha de silencios". Quizá lo más de notar en esta meditación de Sciacca sea la llamada que el silencio le hace ,para que potencie su querer. Llega a decir el filósofo que en aquel silencio ha percibido su voluntad unificada. Ha sentido la esperianza di liberta assoluta 8 • Y baja el peregrino de la sierra en que se asienta El Escorial a la llanura de La Mancha. En eHa ve cómo llueve un coro de estrellas invisibles sobre el corazón nunca cansado del Caballero generoso. Guiños de estrellas llamó bellamente Ortega a los grandes problemas que nos plantea a todos el ineludible pensar metafísico. Sciacca percibe esas mismas -estrellas trocadas en verdades perennes, en fúlgidos idea– les, y las ve caer como lluvia germinal sobre el alma de todos los grandes caballeros que han hecho de sus vidas un holocausto a la verdad suma y al más puro ideal 9 • Finalmente, el romero italiano de las bellezas españolas camina hacia el• sur, a contemplar quietamente los patios de la Alhambra. Allí, en aquel ambiente que introduce en las intimidades del mundo árabe, percibe en su desnudez erótica el misterioso arte de la más refinada voluptuosidad, que traspiran salas, corredores, ventanales y volutas caprichosas. Y sobre todo, aquel corredor de baile, hecho para que los pies no levanten una sola mota de polviHo. Y por doquier, el agua sonora, solemne, que ni corta las palabras en sílabas mudas. Con hondura de pensador resume sus impresiones sobre este mundo árabe con esta frase que recogemos: "Sofisma e imaginazione, il delirio del senso senza reden– zione, della ragione senza verita" 10 • Posiblemente más de un arabista juzgará extre· mada esta sentencia. Pero nadie negará que la sonda ha sido echada a lo más hondo de aquella cultura, tan fascinante y tan problemática. En muchas otras ocasiones M. F. Sdacca ha trasvasado al papel su hondo sentir sobre España. No se trata en esta ocasión de dar un elenco completo de las expre– siones de este su hondo sentir, Pero creemos que con las que hemos recogido entre las más significativas queda patente cómo este gran amigo de España ha sabido ele– varse del desnudo dato geográfico al espíritu que lo anima y ha percibido en ello lo mejor de la tradición hispánica. Evocaci6m de -pensadores y poetas La palabra evocación suscita en la mente una llamada. Efectivamente; M. F. Sciacca llama a los mejores esp,íritus hispánicos y entabla diálogo con ellos. Causa asombro el gran número de citaciones que de los mismos vienen a su pluma. No creo que en este sentido haya un escritor no hispánico que haya utilizado tan frecuentemente las grandes ideas de nuestros· pensadores y poetas en la lengua original de éstos. Es un caso único su obra citada, 1l Chisciottismo tragico di Unamuno. Se podría hacer con ella una antología die textos selectos en español. En ella podemos leer algunas estrofas de la poesía que Unamuno dedica a la Salamanca que ha de dejar en su muerte. Y d·el mismo Unamuno versos muy sentidos del comentario al salmo primero y extractos del poema, El Cristo de Velázquez. También podemos gustar versos de Calderón y Teresa de Jesús 11 • 8 Come si vince... 146. 9 Carne si vince... 149. 10 Cosl mi parl<mo... 45-46. 11 n Chisciottismo.. . 34-35; 132-33; 194; 196-97.

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