BCCCAP00000000000000000001532

MICHELE FEDERICO SCIACCA Y ESPAÑA 421 de nuestro espíritu en la búsqueda de la Verdad. Hasta llegar a afirmar que la verdad plena nos mataría. Es quizá éste el momento en el que el intelectualismo de Sciacca, en camino siem– pre hacia la eterna Verdad, ,presente a su espíritu, entra en colisión con el sentimiento pragmático de Unamuno. Por ello sus exigencias doctrinales le imponen una dura crí– tica del sentidor español. Este sólo por la vía del sentir ha logrado dar alguna satis– facción a su anhelo de inmortalidad: de serse y serlo todo. Sciacca ve concentrado este sentir en las palabras ya citadas que Unamuno dirige a Jesús. Sólo éste puede ser muerte de la muerte. Esta definitiva actitud de Unamuno ante Jesús, triunfador de la muerte, motiva el que no ob;;tante sus profundas discrepancias, Unamuno y Sciacca se den la mano en este momento para entrar ambos por la vía ancha e ilu– minada del quijotismo. Que Sciacca fue conquistado a este ideal lo dejó bien trasparente en su pequeño estudio: ll cavaliere vivo di questa Europa morente. En él sintetiza su gran idea cul– tural de la que hablamos en nuestro primer apartado. Y su solución por el quijotismo aparece ahora en toda su grandiosidad. Europa, constata Sciacca, se ha empeñado en tomar un camino que lleva a la muerte. Protesta este pensador de que Europa se adentre por un camino equivocado. Mas en vez de lagrimear ante la futura catástrofe, como tantos otros, propone crear un organismo para reoxigenar a esta Europa mori– bunda. Este organismo debe llevar este nombre que no ha de ser sigla munda: Asso– ciazione Don Quí;ote de la Mancha per la salvezza dell'Europa 3 3. Sintetiza este pro– yecto de asociación cuanto hemos dicho y se pudiera decir sobre la interpretación que hace Sciacca de Unamuno y del Quijotismo. Ortega y Gasset y X. Zubiri Otros dos pensadores hispanos han sido objeto de reflexión detenida por parte de M. F. Sciacca: Ortega y Gasset y X. Zubiri. Tenemos, sin embargo, que constatar en este nuevo acercamiento del profesor italiano al pensamiento español una actitud que, como críticos de la historia del pensamiento, no podemos del todo condividir. Ni para uno ni para otro tiene el entusiasmo, ni siquiera la simpatía, con que se ha acercado a M. de Unamuno. En el caso de Ortega se explica por el choque entre dos modos de pensar que se cruzan y hasta chocan en los máximos problemas. Respecto de X. Zubiri la actitud fría de Sciacca es muy explicable si se tiene en cuenta la reserva y reticencia de este pensador por lo que toca a sus -publicaciones. No obstante llega a percibir la valía mental del mismo a través de lo poco que el filósofo español había publicado. Sciacca juzga a Zubiri antes de que éste escribiera su obra funda– mental, Sobre la esencia. Acerca de Ortega y Gasset duele tener que constatar el que Sciacca no le haga justicia al afirmar que es un escritor brillante, vivo e inteligente, pero no un filósofo. Un intuitivo pero no un sistemático. Tal vez se deba a la ambigüedad que en la historia del pensamiento tiene la pa– labra sistemático en esta peyorativa interpretación de Ortega. Es cierto que la mayor parte de la obra orteguiana se expone de un modo aparentemente ocasional y nada sistemático. Pero ello no significa que su pensamiento no responda a una contextura 33 ll cavalicre ,,ivo di qllesta Europa moren/e. Primeramente publicado en español An la revista Clavileño, n. 12 (1951) y en Humanitas, n. 6 (Brescia 1952). Forma el cap. II de la segunda parte de I/ Chisciottismo.. 221-27. El iPxto citado !'U p. 226.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz