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MICHELE FEDERICO SCIACCA Y ESPAÑA 419 intensamente su espíritu. Cuántas citas de Santa Teresa, de San Juan de la Cruz, del Maestro Avila, etc., esparcidas por sus obras. Pero después de ellos, el pensamiento con el que más ha simpatizado ha sido con el de M. de Unamuno. Entendemos aquí la palabra. simpatía en el sentido griego del vocablo, es decir, como comunidad de vivencias y trasferencia de vida íntima. Pese a que se da un -hiatus insalvable entre la dimensión intelectualista de Sciacca, siempre en peregrinación hacia la Verdad, y el antiintelectualismo de Unamuno que llegó hasta injuriar a la lógica -sconcia logica, escribe Sciacca en versión italiana del insulto- hay que afirmar una secreta afinidad de estilo, de sentimiento, de idealismo, entre ambos. Digamos también de quijotismo. Pues al quijotismo fue conquistado Sciacca por Unamuno, según muy luego veremos. Dos estudios ha dedicado Sciacca al Rector de la Universidad de Salamanca. Ade– más de otras notaciones menores, especialmente con motivo de recensiones críticas a los libros publicados sobre el pensador español. En el primero hace la presentación de Unamuno a nivel internacional en su obra, Filosofia oggi 27 • En el segundo, al que ha dado este sugerente título que ya conocemos, ll Chisciottismo tragico di Unamuno, amplía lo expuesto en el anterior, poniendo en relieve los más importantes aspectos de su pensamiento global. El M. de Unamuno de Filosofía oggi aún no parece haber conquistado el entusias– mo, aunque sí la simpatía de Sciacca. Ve en él, como E. Kurtius, el excitator Hispaniae, capaz de suscitar mil problemas vitales, ,pero dejándolos adrede sin resolver. Con justicia de historiador anota que en un momento en el que S. Kierkegaard apenas es conocido en Europa, Unamuno lo estudia y lo asimila prima degli altri. No siem:¡;re en fa;paña nos hallamos en retraso como tantas veces se dice y se escribe. Unamuno fue vanguardia del pensador danés, quien sólo después de la primera guerra europea comienza a ejercer poderoso influjo en el pensamiento europeo. Nota saliente de este .genial exitator es su pragmatismo religioso. Pero ya desde este primer contacto con Unamuno advierte Sciacca que el pragmatismo de éste significa vinculación a la vida y a la acción, pero en ninguna manera, como el ameri– cano, vinculación al logro y al éxito. También subraya en esta obra Sciacca el radical antiintelectualismo de Unamuno, que le lleva a la lucha dentro de sí y de los demás. Pensamos, con todo, que el intérprete italiano no acierta al juzgar que la filosofía de Unamuno "porta a,ll'esaltazione delll'azione per l'azione, della guerra per la guerra; porta all'implacabile furore che per due volte in venticinque anni ha sconvolto il mondo e minacciato la civilta occidentale" 28 • Nada más opuesto al sentido humano, humanísimo añadamos, de M. de Unamuno que el derramamiento de sangre. Jamás ha estado a favor de la guerra en la que se desangran los cuerpos, aunque siempre haya suscitado esa íntima guerra y suprema intranquilidad de los espíritus en busca de ese algo que nos atrae como el titilar de una estrella y no sabemos qué es. La guerra unamuniana sigue en esto la línea evangélica de Jesús cuando dijo: "No he venido a traer la paz sino la guerra". Esta equivocación de Sciacca es tanto más de notar por cuanto, si unos han visto en sus proclamas guerreras un preanuncio y hasta justificación de las dos hecatombes mundiales, otros han buscado en él el precursor de la guerra civil española. Pese a haber tomado actitud definida en la contienda es,pañola, siempre fue opuesto a la lucha sangrienta. Su lucha implacable fue contra la modorra, el letargo, "la joie de vivre", etc. Quería salvar las almas, aún a costa de la propia vida. No con la vida de los otros. Z1 Filosofía oggi. 2 vol. (Milano 1963) I, 77-82. 28 Filosofia oggi, I, 80.

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