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418 E, RIVERA DE VENTOSA La misma problemática y la misma solución advierte Sciacca en el choque entre dos representantes del pensamiento hispánico de este siglo: entre el horizontalismo de Ortega y Gasset y el verticalismo de M. de Unam.uno. Cree hallar una síntesis entre ambos. Y que esta síntesis se ha de lograr cuando el terrestrismo europeo, preconi– zado por Ortega, pueda ser un medio de mejora terrestre y no un fin del hombre, un condicionamiento y no una pérdida del trascendentalismo, defendido por Unamuno, Comentando el pensamiento de éste, pero haciéndolo propio -así pensamos--– Sciacca ve la nueva Europa como una síntesis cultural que no sacrifique ni la horizon– talidad de la razón histórica y .científica, ni la verticalidad del .sentimiento y d'e la fantasía, que anidan siempre en el hombre de carne y hueso, proyectado ineludible– mente hacia lo eterno 25 • Esta visión unamuniana, menos razonada que cordialmente vivida, Sciacca la com– pleta con la concepción intelectualista de la Verdad eterna, que es inmanente y al mismo tiempo trascendente a nosotros. Esta complementariedad entre inmanencia y trascendencia piensa el filósofo italiano que es algo peculiar al pensamiento hispánico dentro de la gran tradición líatina. De donde concluye que esta gran tradición, sin raquitismos exclusivistas, está Uamada a seguir nutriendo nuestro mejor futuro es– piritual. 11. TEMÁTICA ESPAJiiOLA ESTUDIADA La honda simpatía hacia lo hispánico indujo a M. F. Sciacca al estudio de algunos de los grandes temas de nuestra cultura. No son muy numerosos, pero sí muy signi– ficativos, Interesa, ,por lo mismo, constatar su peculiar modo de interpretiarlos. Anotamos, como introducción, el puesto importante que concede en su obra, Filosofia oggi, a nuestros pensadores. Tres de ellos, M. d'e Unamuno, J. Ortega y Gasset y X. Zubiri, tienen un comentario amplio y orientador dentro de las exigen– cias de la obra. A muchos otros cita y comenta brevemente: J. Zaragüeta, Leopoldo Palacios, A. González Alvarez, S. Ramírez. A. Muñoo:-Alonso, R. Ceñal, J. Roig Giro– nella, etc. De la estima que tenia de uno de ellos, Ortega, baste recoger la anécdota que refiere en su libro, La clessidra. En 1953 le invita un editor de Estados Unidos a colaborar en una obra sobre los pensadores europeos contemporáneos. La reacción se puede leer en estas· palabras: "El elenco de colaboradores invitados -Ortega por España y Heidegger por Alemania, etc.- me convenció de que se trataba de cosa seria" 116 • El que Ortega sea nombrado al lado del gran filósofo alemán, Heidegger, dice mucho de la estima de Sciacca al pensador español. Cuando en patria de éste se le discutía, él ya lo valora sin mengua alguna de sus convicciones personales, no siem– pre acordes con el sentido radicalmente secularizado del filósofo español. Para nosotros la actitud de Sciacca es una lección. Al mismo tiempo le debemos reconocimiento por este inmenso servicio que ha hecho a nuestra cultura actual. M. de Unamuno, "el romero de la inmortalidad'' Indudablemente ha sido M. de Unamuno uno de los temas hispánicos más apa– sionantes para M. F. Sciacca. Nuestros místicos fueron tal vez quienes atrajeron más 25 Il Chisciottismo... 30-31. 116 La clessidra. . . 9.

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