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EL CARISMA FRANCISCANO DE ASÍS 457 La costumbre del oficio de los «padrenuestros» para los hermanos que no saben leer se remonta a la tradición monástica, pasando después a las nuevas Órdenes. Así los Templarios deberán rezarlo cuando no hayan podido recitar el otro oficio. 179 Igualmente lo adoptarán también la Orden Tercera de los Humillados, 180 el grupo de Bernardo Prim, 181 la Orden del Espíritu Santo 182 y los Carmelitas. 183 Por la actitud que tomó Francisco respecto a los hermanos que no rezaban el oficio según se manda en la Regla, incluyéndose a veces él mismo, 184 debió de representar algo muy importante para la Fraternidad. El padre Esser lo justifica con la cohesión que suponía para el grupo. Pero tal vez se debiera también al poder vinculante con que miraba Francisco todas las normas ema– nadas de la Curia romana y que, en los últimos años, se convirtieron en una obsesión. 185 Su idealismo, su quebrantada salud y cierto aislamiento de la Orden durante la fase de expansión internacional dificultaron una percepción y valoración realista de los innumerables obstáculos que impedían traducir en la práctica las prescripciones relativas al oficio divino. Una prueba de ello es la imposibilidad de observar el estatuto litúrgico con que se encontró la Orden hasta después de 1230 cuando en el «scriptorium» de Asís se escribieron los prototipos de los breviarios corales para todas las Provincias. De todos modos, darle a esta decisión de adoptar el oficio de la capilla papal un sentido de original conexión y reverencia a la Iglesia de Roma parece excesivo, pues la Regla de los Hospitalarios del Espíritu Santo, aprobada en tener breviarios». Las razones no son del todo convincentes puesto que la Regla de santa Clara mantiene la frase adverbial «ex quo», siendo así que debían tener ya breviarios a la hora de redactarse, puesto que la Regla anterior de Inocencio IV (1247) manda que el oficio «lo celebren según la costumbre de los Frailes menores», Escritos de santa Clara, 242. 178 Cf. O. ScttMUCKI, «La oración litúrgica», 493. 179 MANSI, Col. Conc., XXI, 360. 180 TIRABOSCHI, Vetera Humiliatorem monumenta, II, Mediolani 1767, 133. 181 MIGNE, PL 216, 649. 182 MIGNE, PL 217, 1144. 183 Act. SS. Aprilis, 774. 184 Cf. O. ScHMUcKI, «La "Carta a toda la Orden" de san Francisco», Sel Fran 29 (1981) 295; J. Mrcó, Reflexiones sobre el Testamento, 40 s. 185 Cf. K. EssER, La Orden franciscana, 171. En los últimos escritos del santo se acentúa de una forma especial su empeño en urgir ciertos valores -como la ortodoxia, la obediencia y el oficio divino- que la Curia consideraba como necesarios para que la Orden pudiera acogerse al proyecto de integración de los nuevos Movimientos que la Iglesia de Roma estaba realizando.
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