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462 JULIO MICÓ 2. Y AYUNEN DESDE LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS HASTA LA NAVIDAD DEL SEÑOR. SIN EMBARGO, LA SANTA CUARESMA QUE COMIENZA EN LA EPIF.AJ' \JÍA Y SE PROLONGA CUARENTA DÍA CONTINUOS, LA QUE EL SEÑOR CONSAGRÓ CON SU SANTO AYUNO, LOS QUE LA AYUNEN VOLUNTARIAMENTE, SEAN BENDITOS DEL SEÑOR, Y LOS QUE NO QUIERAN AYUNAR.LA NO SEAN OBLIGADOS; PERO LA OTRA, QUE DURA HASTA LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR, AYÚNENLA. EN OTROS TIEMPOS, EN CAMBIO, NO ESTÁN OBLIGADOS A AYUNAR SINO LOS VIERNES. CON TODO, EN TIEMPO DE MANIFIESTA NECESIDAD NO ESTÁN OBLIGADOS LOS HER– MANOS AL AYUNO CORPORAL. La práctica del ayuno tuvo en Francisco una evolución a lo largo de su vida, por lo menos en cuanto respecta a la normalización para los frailes. 198 Según afirma Giano, en la primitiva Regla o «Propositum,> los hermanos ayunaban los miércoles y viernes y, con el permiso de Francisco, también los lunes y sábados, mientras que los otros días comían carne (Crónica, 11). El incidente de los Vicarios, mientras Francisco se encontraba en Oriente, convo– cando un Capítulo entrt· los «seniores» y promulgando unas Constituciones en las que se modificaba la regulación del ayuno, pone en evidencia que no todos compartían esta liberación de Francisco en lo referente al ayuno. Lo cierto es que, tal vez en connivencia con Hugolino que acababa de redactar una Regla para las Damas Pobres en la que se imponía un ayuno riguroso, los Vicarios decidieron que los hermanos no comieran carne pedida intencionadamente, sino sólo en el caso de que la ofrecieran de modo espontáneo. Además, establecieron el ayuno obiigatorio los lunes, miércoles y viernes, con la parti– cularidad de que los lunes y sábados no podían procurarse lacticinios, a no ser que los ofrecieran espontáneamente (Crónica, 11). Francisco no aceptaba esta determinación y, en un gesto de fina ironía, se come la carne que le habían preparado, haciendo prevalecer la norma evangélica sobre la comida de los misioneros a la monaquizante de los Vicarios (Crónica, 12). Una vez vuelto y suprimidas tales normas, reafirmó su parecer en la Regla de 1221. En ella dice: «Y todos los hermanos guarden, asimismo, el ayuno desde la fiesta de Todos los Santos hasta la Navidad y desde la Epifanía, cuando nuestro Señor Jesucristo comenzó a ayunar, hasta la Pascua. Fuera de estos tiempos, no estén obligados a guardar el ayuno, según nuestra vida, sino el viernes. Y, según el Evangelio, pueden comer de cuanto manjares les ofrez– can» (1 R 3, 11-13). 198 Cf. F. DE PAMPLONA, «Ayunos y abstinencias en la Regla franciscana,,, Ius Seraphicum 1 (1955) 271-275.
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