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EL CARISMA FRANCISCANO DE ASÍS 461 esta expresión de la espiritualidad medieval, pero antes de analizar el conteni– do del fragmento convendrá ofrecer el contexto ascético en el que se mueve. En términos generales el ayuno de los monjes y demás Órdenes religiosas gira, en los siglos xu y xm, en torno a dos fechas principales: el 14 de septiem– bre, fiesta de la Exaltación de la santa Cruz, y la Pascua de Resurrección. De este modo el año quedaba dividido en dos tiempos, uno penitencial y otro de mayor libertad. La Regla de san Benito, los Cartujos, Premostratenses, etc., imponen el ayuno desde septiembre hasta Pascua 193 lo mismo que los Dominicos y Car– melitas.194 Los Movimientos pauperísticos, tanto ortodoxos como heréticos, participan también de este ambiente penitencial, aunque con menor rigidez. M Los Cátaros, desde una visión dualista del mundo, se privaban de comer carne, huevos y lacticinios, por estar relacionados con la reproduc– ción.196 Sin embargo esto no era privativo de los Cátaros; el mismo santo Domingo ordena a Pons Roger, un cátaro convertido a la ortodoxia, «que se abstenga de carne, huevos y lacticinios, o sea, de todo lo que trae origen de la carne, durante todo el año, excepto en los días de Pascua, Pentecostés y Navidad, en los cuales, para desmentir su error pasado, le mandamos que los con1a». 197 Dentro de este marco penitencial hay que colocar el fragmento de la Regla sobre el ayuno. 193 Regla de san Benito, 41, 6.7, 139. Sobre los Cartujos cf. Maestro Bruno, 361. Para los Premostranteses cf. LEFEVRE, Les Status de Prhnontré réformés sur les ordres de Grégoíre IX et d'Innoccnt IV au xm. Q sü 1 cle, Louvain 1936, 13. 194 G. WESSELS, «Regula primitiva Ordinis nostri et mutationes Innocentii IV», Anal. Ord. Carm. 3 (1914-16) 215; R. CREUTENS, «Les Constitutions des Freres Précheurs dans la rédaction de S. Raymond de I'eñafort (1241)», Arch. Frat. Praed. 18 (1948) 33 ss. 19 ó En estos Movimientos, tanto ortodoxos como heterodoxos, hay que distinguir a los itinerantes de los sedentarios. Los primeros tienen que condicionar el ayuno a las circunstancias, puesto que, normalmente, dependen también de la limosna. Respecto a los segundos, el ayuno está más organizado; como ejemplo puede verse el «Memorial de los Penitentes» de 1221 en H. BoEHMER, Analekten zur Geschíchte des Franzískus von Assisi, Tubinga 1961, 50 s. En esta reguladísima descripción de los ayunos y abstinen– cias pudo tener parte Gregorio IX, pues en la Regla que les dio a las Clarisas en 1218-19 se expresa con las mismas ideas. Cf. Escritos de santa Clara, 222 s. De los Albigenses se decía que eran de aquellos buenos hombres que llamaban herejes y vivían buena y santamente y ayunaban tres días a la semana y no comían carne. Cf. H. GRUNDMANN, Movimenti relígiosi, 18 ss. 146 Cf. K. EsSER, «Francisco de Asís y los cátaros de su tiempo», Sel Fran 13-14 (1976) 149, 168; A. BoRST, Die Kathacrcr (Scroften der Monumenta Germaniae Historica, 12) Stuttgart 1953. 197 Santo Domingo de Guzmán, 809.
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