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LA CASTIDAD, LIBERACIÓN PARA EL REINO 73 mento cualitativo de las relaciones .fraternas y de la actitud de la Fraternidad ante los demás. . Para Francisco, aun dentro de los condicionamientos que suponía el pesi– mismo sexual de su época, la aceptación del celibato como forma de seguir a Jesús, contiene la doble referencia de apertura absoluta e incondicional a Dios y de empeño por comunicar su palabra predicando la penitencia. Dos acti– tudes que no hubiera podido llevar a la práctica si se hubiera casad,o. .Francisco entiende la castidad de un modo muy personal. Para él no se trata 4e una virtud relacionada exclusivamente con el sexo, sino que la integra en el concepto más amplio de pureza de corazón de la que nos hablan las Bienaventuranzas; pureza no sólo corporal, sino de transparencia total del hombre en sus actitudes hacia Dios.. Recibirle con puro corazón y casto cuerpo (,2CtaF 14) es afirmar que la. castidad no es una.virtud aislada, sino que forma parte de esta tensión por lo Trascendente que relativiza lo terreno y nos dis• pone para I,µscar lo celestial y no dejar nunca de adorar y contemplar al Señor Dios vivo y yerdadero con. ~ra,zón y ánimo limpio (Ad,m 16, 2). La cas– tidad, pues, se enmarca dentro de la vigilancia que debemos tener todos los hermanos para que, removido todo impedimento y pospuesta toda preocupación y solicitud, como mejor podamos, sirvamos, amenos, honremos y adoremos al Señor Dios con limpio co,razón y mente. pura, que es lo que :e.1 busca por encima de top.o (1 R ~2. 26). Para Francisco, el .seguir al Jesús.célibe del Evangelio implica hacerlo desde la Fraternidad. Por eso 1 entrar en ella supone abandonar la propia familia y dedicar todo el potencial afectivo a las relaciones entre los hermanos y con los demás. La turbulenta ruptura de .Francisco con su familia no supuso nin~n tipo de odio o resentimiento, pero marcó de una forma expresiva la nueva dimensión que ha adquirido para él la vivencia fraterna de la afectividad. Al tratar de la afectividad o del amor entre los hermanos, F.rancisco no se va por las ramas. En las dos Reglas propone el ejemplo de la madre como modelo que hay que superar en el trato• fraterno (1 R 9, 11; 2 R 6, 8). Con este ejemplo Francisco no pretende construir las relaciones fraternas sobre el cañamazo de las familiares. La Fraternidad no es una familia en sentido natural, sino U;ll grupo que se reúne a la voz del Espíritu para seguir las huellas de Jesús según la forma del santo Evangelio; de ahí que hable de «hermanos espirituales». · · Pero decir que los vínculos fraternos deben ser fuertes ,por ser espirituales no equivale a afirmar que las relaciones deban ser frías y sin afecto. El tér– mino «espiritual» puede ser desvirtuado si se desliga del conjunto de la vida que llevaban los hermanos. Desprovistos de toda seguridad material, el apoyo afectivo del hermano era básico, puesto que si un grupo no dispone de ese ámbito afectivo que· 1e permita experimentar lo que es el amor y la preocupa– ción de unos para con otros, no puede madurar afectiva ni espiritualmente. Las relaciones afectivas de Francisco y sus hermanos no se agotan en ellos mism~s. Condicionapos por la visión pesimista q:..ie tenían de la mujer como

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