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46 J. MICÓ creador de todas las cosas y salvador de todos los que en el creen, espe– ran y lo aman» (1 R 23, 8-10). El núcleo del Evangelio, que es la actitud confiada y orante de Jesús hacia su Padre, es captado por Francisco y traducido en una continua búsqueda del Dios trinitario para responder.le en alabanza por todo el misterio salvador con el que se nos ha hecho presente. b) El Evangelio de Misión El comienzo de la «revelaoión» hecha por el Señor a Francisco de que viviera según la «forma del santo Evangelio», lo describen los biógrafos como un descubrimiento de la lectura del Evangelio en el que Jesús envía a los discípulos a misionar (1 Cel 22; LM 3, 1; TC 25). Las versiones de Lucas '10, 1-16) y Mateo (10, 5-15) son utilizadas en el capítulo 14 de la Regla no bulada para dibujarnos la figura del hermano menor enviado por el mundo. En él se recogen -todos los elementos propios de la misión: itinerancia, pobreza, pacifismo, disponibiHdad, etc. Aunque en este capítulo 14 se concentren las pautas de comporta– miento del misionero, el conjunto de las dos Reglas, con la complementa– rielad de los biógrafos, es el que perfila la verdadera identidad del movi– miento franciscano que, con su talante ,de apertura confiada en Dios, recorre los caminos anunciando la penitencia para que todos puedan acoger la buena noticia de Jesús. La misión de los Apóstoles configura de tal imodo la conducta de Fran– cisco y los primeros hermanos que, al pretender condensar en una Regla su opción evangélica de vida, este texto de ,misión se convertirá en el eje vertebrador de todo el programa. Incluido seguramente en el Proyecto presentado a Inocencio 111 en 1210, aparece en la Regla no bulada como una forma de identidad del evangelizador franciscano. «Cuando los her-manos van por el mundo, nada lleven para el camino: ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón. Y en toda casa en que entren digan primero: Paz a esta casa. Y, permaneciendo en la misma casa, coman y beban lo que haya en ella. No resistan al mal, sino a quien les pegue en una mejilla, vuélvanle también la otra. Y a quien les quita la capa, no 1e imp,idan que se lleve también la túnica. Den a todo el que les ,pida; y a quien les quita sus cosas, no se las reclamen» (1 R 14, 1-6). Este talante misionero condiciona toda la organización de la Frater– nidad. La liturgia, la pobreza, la convivencia, etc., están al servicio de este vagar apostólico para anunciar la bondad misericordiosa de Dios, que nos llama a la penitencia y a la conversión a fin de que podamos •acoger la nueva realidad que nos trae el Reino.

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