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LA VIDA DEL EVA:XGELIO 45 de Jesús y poder así Hegar hasta e,1 Padre. La respue.<:ta al Dios trinitario es el núcleo del Evangelio y, por tanto, del proyecto de vida con el que Francisco pretende ayudarse y ayudar a los demás a ser fieles a sus exigencias. Ya que voluntariamente lo hemos ,kjado todo, nada más lógico, dice Francisco, que seguir con solicitud la voluntad del Señor y agradarle ,en todo (1 R 22, 9). Pero esta búsqueda no se da de forma espontánea. En el fondo del hombre está ese poder misterioso del mal que, para apo– derarse de su corazón, trata de hacerle o1vidar lo que significa Dios para él (1 R 22, 19-21); de ahí que haya que estar vigilantes para remover todo impedime,nto y posponer toda preocupación, de modo que puedan servir, amar, honrar y adorar al Señor Dios con un corazón transparente, a fün de que el Padr,e, el Hijo y el Espíritu puedan tomar posesión de él (1 R 22, 26s). Sólo un corazón habitado por la Trinidad es capaz de dar gracias al Padre por haber creado, por medio de su Hijo y con el Espíritu Santo, todas las cosas espirituales y corporales, y especialmente a nosotros, hechos a su imagen y semejanza (1 R 23, 1). Esta acción ,de gracias se extiende también a la generosa actitud ,del Pa,dre que nos ,demostró su amor al hacer que naoiera de la Virgen María, por medio de} Espíritu, su querido Hijo Jesús, redimiéndonos con su cruz, sangre y muerte (1 R 23, 3). Resucitado ,por el poder de Dios y sen– tacl.o a la derecha del Padre, ese mismo Señor vendrá en su gloria al final de los tiempos para examinarnos del amor y ofrecernos ia posibilidad de seguir amando según la capaddad de nuestro corazón (1 R 23, 4). Pero nuestra debilidad como pecadores nos ,impide alabarle como es debido. Por eso, «imploramos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo te dé g•racias de todo junto con el Espíri,Ju Santo, como a ti y a F,l mismo le agrada» (1 R 23, 5). De este modo, nuestro corazón estará dispuesto para abrirse al amor misericordioso de Dios. «Amemos todos con todo el corazón, con toda el alma, con toda .la mente, con toda la fuerza y poder, con todo el entendimiento, con todas las energías, con todo el em– peño, con todo el afecto, con todas las entrañas, con todos los deseos y quereres. al Señor Dios ... Ninguna otra cosa des·eemos, ningu,na otra que– ramos, ninguna otra nos agrade y deleite, sino nuestro Creador, Redentor y Salvador... Nada impida, nada separe, nada adultere este amor; todos nosotros, en cualquier lugar, a toda hora y en todo tiempo, todos los días y conti,nuamente, creamos con humildad y tengamos en el corazón y amemos, honremos, adoremos, sirvamos, alabemos y bendigamos, glori– fiquemos y sobreexaltemos, engrandezcamos y demos gracias al altísimo v sumo Dios eterno, trinidad y unidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo,

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