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44 J. MICÓ Esta irnag,e.n del Jesús histórico, que se nos transmite en los Evangelios y que el movimiento de Jesús vivió y mantuvo en Ja Iglesia, es la que percibió Francisco y la que le sirvió para organizar su vida evangélica y la de su Fraternidad. El •proyecto que aparece en las <los Reglas y que Francisco concreta como «forma del santo Evangelio», aunque visto desde una perspectiva pauperística, no se puede reducir al seguimiento de Jesús pobre. El tema joánico de Dios adorado en espíritu y verdad, los temas sinópticos de la misión y las bienav,enturanzas, así como el tema del Siervo sufriente de Isaías, son fundamentales a la hora de comprender la espiritualidad de Francisco. a) Adorar al Se11or Dios No cahe duda de que nuestra cultura se caracteriza por ser antropo– céntrica, es decir, que el hombre es la medida de todas las cosas. De ahí que al hablar de «experiencia de Dios» pongamos inmediatamente el acento en nuestra percepción subjetiva. Este sentimiento no sólo existe a niveles espontáneos y coloquiales, sino que se ha estructurado de forma científica en la llamada «fenomenología de la religión». Para ,el hombre medieval, por el contrario, el hecho de la objetividad de la existencia de Dios era algo evidente. De ahí que Francisco no se pare a cuestionar su existencia, como nosotros exigiríamos por conside– rarlo necesa1:1io, sino que desgrane su concepción tcocéntrica de la rea– lidad por medio de un lenguaje en el que Dios es el objeto normal y eS1pontáneo al que se debe remitir d hombre. Este hablar acrítico sobre Dios puede resultamos extraño al leerlo desde una óptica coloreada por la «·sospecha». Pero d testimonio de Dios que nos ofrece Francisco no parte de un mero ejercicio intele,ctual, sino de la convicción que apo,rta la experiencia. La presenoia apabullante de un Dios que trastoca los fundamentos en los que se apoyaba su •vida, es motivo más que suficiente para hablar de Él sin tener que justificar su existencia. El probkma del hombre actual es que pretende hablar de Dios sin haberlo experimentado. Por eso su 1enguaje se detiene ·en ana– lizar la posibflida,d de un encuentro con Dios. Francisco, ,por el contrario, pa•rte ,de .la ,eviidencia de que Dios se le ha hecho presente; de ahí que su hablar de Dios sea una narración de su propia ex,periencia espiritual. En la Regla no bulada, sobre todo en los capítulos 22 y 23, aparece claramente que, para Francisco, la exigencia de búsqueda y encuentro con Dios constituye el corazón del proyecto evangélico que él quiere vivir y que propone a los hevmanos: Animados por el Espíritu, seguir las huellas

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