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42 J. MICÓ hay que convertirse (1 R 21, 3), dejando que los muertos entierren a .sus muertos (1 R 22, 18), olvidándose de todas las preocupaciones paira mejor servir al Reino (1 R 8, 2). El seguidor de Jesús debe ser constructor de la paz (Adm 15; 1 R 14, 2), libre frente a los legalismos (1 R 9, 13-16) y alegre cuando ayuna (1 R 3, 2). Confesará a Jesús delante de los hombres (1 R 16, 8), aunque tal actitud le acarree persecución (1 R 16, 16). Antes que defenderse o resistir (1 R 14, 4), será como una oveja entre lobos (1 R 16, 1-2), •esforzándose por no reaccionar de forma violenta (1 R 22, 21-23), sino amando a sus enemigos (Adm 14, 4), perdonándolos siiempre (1 R 21, 6; 22, 28) y no temiendo a los que nmtan el cuerpo (1 R 16, 17-18). El que pretenda seguir a Jesús deberá cumplir la ley desde dentro (1 R 11, 4) y saher que el mal no viene de fuera, sino del corazón mismo del hombre (l R 22, 7-8). De cara a Dios y de cara a los hombres, se con– siderará un esclavo que hace lo que debe y de quien se puede prescindir (1 R 11, 3; 23, 7). Y si tiene algún cargo de responsabilidad que le da poder, lejos de aceptar el titulo de padre u de maestro (1 R 22, 33-35), se consi,derará servidor e inferior a todos (1 R 5, 10-11), a ejemplo de Jesús el S•eñor, venido para servir. El que quiera unirse a la comunidad de J,esús abandonará lo que posee en favor de 10s pobres (1 R 1, 2) y se pondrá en camino pa•ra la misión, libre de todo lo que estorba (1 R 14, 1). Una vez que haya puesto la mano en el arado, no mirará atrás (1 R 2, 10), sino que seguirá adelante, seguro de que el Señor crnnplirá sus pr01mes·as (1 R 1, 5). Y, por encima de todo, amará al Señor Dios (2CtaF 18), sabiendo que, si persevera hasta el final, obtendrá la salvadón (1 R 16, 21). Entre los textos no sinópticos que piden la misma radicalidad están los ,de Juan sobre Dios Espí•ritu, al que hay que adorar ·en es,píritu y ver– dad (l R 22, 30-31), y el mandamiento del amor (1 R 11, 5), así como el de lavarse los pies mutuamente (1 R 6, 4). De las Cartas de Pedro y las Pastorales apareoe el tema del segui– miento como una marcha sobre las huellas de Jesús (1 R 22, 2), ,en plena sumisión a toda criatura (1 R 16, 6), sin vanas disputas ni querellas ver– bales (1 R 11, 1), sino con benevolencia y dulzura (1 R 11, 7-9). A partir de este mosaico ,de textos, en el que se nos dibuja la imagen del verdadero seguidor de Jesús, podemos percatarnos de la fidelidad con que Franoisco captó lo esencial del Evangelio, contribuyendo a ello el tipo socio-religioso de vida itinerante que adoptó a la hora de construir su proyecto de vida.

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