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LA VIDA DEL EVANGELIO 37 Biblia debidas, sobre todo, al espíritu sectario y obstinado de algunos grupos pauperísticos, como los Va1denses y los Albigenses. Pero aunque no estuviera prohibido, ,la verdad em que pocos 1aicos lo hacían, sobre todo por ,el precio prohibitivo que tenían los libros y porque la mayoría eran analfabetos. Leer y estudiar el texto bíblico era cosa de clérigos, y ni siquiera todos lo hacían del libro completo, sobre todo por 'el valor de los manuscritos. La otra barrera que se alzaba entre Francisco y ,la Biblia era la lengua. Francisco, aunque aprendió a leer y escribir el latín, nunca llegó a domi– narlo; prueba de ello son los autógrafos que poseemos y el testimonio de Tomás de Eccleston en su Crónica, en la que habla de una carta de Francisco escrita «en mal latín». Lógicamente, para un joven comerciante, de poca utilidad le podría ser haber aprendido bien el latín, puesto que ]a lengua vulgar era la que se utilizaba no:rnnalmente. l. FRANCISCO Y LOS EVANGELIOS Esta doble barrera del libro y de la lengua solamente podía ser fran– queada por el sacerdote, el cual, ,como administrador de la Palabra y el sacramento, tenía como misión en exclusiva hacer inteligible al pueblo el mensaje evangélico. Dos narraciones de los biógrafos del Santo evidencian este comporta– miento. En la primera (1 Cel 22; TC 25), Francisco, después de escuchar en la iglesia el evangelio de la misión de los Apósto1es, pide al sacerdote que se lo explique para su mejor comprensión. En la segunda (2 Cel 15; LM 3, 3; TC 28), se trata de buscar el programa evangélico de la incipi,ente Fraternidad y se recurre, igualmente, a la explicación del sacerdote. No cabe duda de que los biógrafos, con una finalidad ejemp1arizante, tratan de que el laico Francisco se comporte como tal, respetando la fun– ción mediadora del sacerdote. Pero indepe.ndientemente de esto, la actitud adoptada durante toda su vida respecto a los teólogos y la «palabra escrita», induce a creer que Francisco mantuvo siempre est,e «sustrato laico» al tratar con la Escritura. Aunque es difícil establecer las fuentes del conocimiento bíblico de Francisco, hay que tener en cuenta que la sociedad medieval coincidía aquí en Europa con la Cristiandad, por lo que disponía de muchos recur– sos para hacer llegar sus valores cristianos al pueblo; recursos que influ– yeron indudablement,e para acercar la Escritura a Francisco. Uno de ellos era la ,enseñanza. Ya hemos dicho anteriormente que l,a Biblia era el libro por excelencia de los estudios; más en concreto,

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