BCCCAP00000000000000000001527

32 J. MICÓ misma iglesia en «canónicas», donde llevaban vida común y compartían sus bienes. Retomada la idea de san Agustín, quien propone la comunidad de Jeru• salén como modelo de vida monástica para 'Cl clero, san Romualdo (t 1027) difundió entre los sacerdotes la instauración de la vida comunitaria. Para arrancarlos de la simonía, san Romualdo consiguió que muchos canónigos y clérigos, que se comportaban secularmente a modo de laicos, obedecie– sen a un superior y viviesen en comunidad. San Pedro Damián (t 1072), su discípulo y biógrafo, afirmará que la Regla de los canónigos proviene de la norma de vida apostólica, por lo que estas comunidades imitan, en cierto modo, la tierna infancia de la Iglesia lactante. Esta insistencia en reunir a ,los clérigos en comunidad tuvo, una vez superado el peligro de la simonía y el concubinato, la finalidad de exigir– les otras virtudes sacerdotales como la pobreza, la penitencia, la gratuidad y la generosidad del ministerio, 'CtC. Pobreza y palabra serán las caracte– rísticas de la concepción evangélica de los canónigos regulares. San Pedro Damián relaciona la pobreza y la predicación argumentando que si la fun– ción de un sacerdote es predicar, y todo predicador debe ser pobre, enton– ces todos los sacerdotes dignos de tal nombre deberían ser pobres. La Regla de los canónigos está hecha siguiendo el tipo de vida que vivieron los Apóstoles, una forma de vida en la que nadie consideraba nada como suyo y todo era común para todos. ¿ Cómo puede concederse a los clérigos In prerrogativa de la propiedad cuando Cristo no se la permitió a sus Apóstoles? Por la forma en que se agruparon estos canónigos, muy parecida a la monástica, algunos les negaron el derecho a la actividad apostólica. Pero los canónigos regulares consiguieron extenderse por casi toda la cristiandad ofreciendo un ministerio muy variado. A pesar de que logra– ron elevar el nivel espiritual del clero, hay que tener en cuenta que los canónigos regulares eran una élite privil'egiada que a duras penas consi– guió comunicar al restante clero, que no vivía en comunidad y que era mayoría, la espiritualidad evangélica de la reforma. Los canónigos regu– lar,es, más que de clérigos conversos, se nutrieron de nuevas vocaciones. c) Evangelismo laica[ El contacto con los monjes y canónigos regulares, que habían optado por una vida evangélica al estilo de los Apóstoles; así como la actividad de los predicadores itinerantes, que presentaban un evangelismo en po– breza y desarraigo, influyó para que muchos laicos se decidieran también por un mayor compromiso en su fe.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz