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394 LÁZAROIRIARTB· 2.- FRANCISCO PORTADOR Y AGENTE DB PAZ «Anunció a los hombres la buena noticia de }a pu» (LM Pról 1); escri– be san Buenaventura, compendiando la misión histórica del Poverello. Francisco tuvo conciencia clara de esa misión desde el día que escuchó en_ la Porciúncula. el pasaje evangélico que ilutninó su vocaición. El man– dato de CriJsto idos ·discípulos de dar el saludo de paz, según la costumbre hebrea, tiene para Francisco valor programático. El mensaje de la paz sera el tema central de su anuncio del Reino (1 Ce} 36). «En toda predicación que hacía -dice Celano-, antes de proponer la palabra de Dios a los presentes les deseaba la paz, diciéndoles: "El Señor os dé la paz". Anunciaba devotísimamente y siempre esta paz a hombres y mujeres, a los que encontraba y a quienes le buscaban. Debido a ello, · muchos que rechazaban la paz y la salvación, con la ayuda de 'Dios, abra• zaron la paz de todo corazón y se convirtieron en hijos de la paz y en émulos de la salvación eterna» (1 Cel 23). Manda en fas dos R.eg' 4s (1 R 14, 2; 2 R 3, 13) que los hermanos em– pleen el saludo evangélico, y afirma en el TiesttVnento: «El Señor me re– veló que dijésemos leste saludo: Bl Señor tie ,dé la paz» (Test 23). Usa este saludo en sus Oartas. Y fue tan habitual en sus labios que, tras su muerte, quienes lo invocaban sentían que él les decía: «Ve !con ki paz dlel Señ.or» (1 Cel 135). En los inicios de la Fraternidad, este saludo sonaba raro, más aún, no faltaban quienes lo rechazaban enojados; Francisco tuvo que dar ánimos a los hermanos .pata que lo usaran a pesar de las crítica·s (LP 101 f-h). · · Hálbía también reacciones amargas, como la de aquel leproso que, aJ saludo de Francisco: «Dios te dé la ,paz, hermano mío carísimo», respon– dió: «Y ¿qué paz puedo yo esperar de Dios, si Él •me ha quitado la paz y tÓdo bien?». Francisco se puso a curarlo con amor, y ló sanó en el cuerpo y en el alma '(Flor 25). . . El saludo, con todo, no :debía quedarse en meta fórmula. Cuando envió a los •hermanos de dos en dos por el mundo, les recomendó el fundador: «Marchad, carísimos, de dos en dos por las diversas partes de la tiérrai anunciando a los hombres la paz» ( 1 Cel 29). ·«Que la .paz que anunciáis de ,palabra, la tengáis, y en mayor n1edida, en westros corazones. Que ninguno se vea provocado por vosotros a ira o escándalo, sino que por westra mansedumbre todos sean inducidos·· a la paz, a la benignidad y a la concordia. Pues para eso hemos sido llama– dos» (TC 58).
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