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LA RECONCILÍACIÓN Y EL PERDÓN... 393 se ha llevado". El bienaventurado Francisco, que llevaba puesto un manto, le dijo: "Mira: te doy este manto y te pido que perdones a tu señor por amor del Señor Dios". »Amansado y conmovido por el favor, el pobre, en cuanto recibió el regalo, perdonó los agravios» (2 Cel 89). Veamos también el caso, bien conocido, de la pacificación de los dos jefes, eclesiástico y civil, de la ciudad de Asís. Aconteció alrededor del mes de septiembre de 1225. Francisco yacía gravemente enfermo en San Damián, lugar donde había compuesto el Cántico de las criaturas. Cuando supo que el obis,po Guido había excomulgado al •podesta Berlingero y que éste, en represalia, había prohibido hacer contrato alguno con el prelado, Francisco llamó a sí a sus comP'añeros y les dijo: «Es una gran vergüenza para nosotros, siervos de Dios, que nadie se preocupe de restablecer entre el obispo y el podesta la paz y la concordia, cuando todos vemos cómo se odian» (LP 84). Se sintió llamado a intervenir. Pero, ¿cómo lo hizo? No se brindó como mediador entre los contendientes; no les invitó a ,sentarse ante una mesa de negociaciones. Sabía que esto serviría sólo para que cada uno se atrin– cherase en su propia posición. Pensó, más bien, en poner en práctica su táctica penitencial: el mensaje -de la alabanza a Dios y del perdón. Si lograba hacerles entrar juntos en el dima del Cántioo de alabanza y obte– nía ,de ellos el mutuo perdón, el resto sería fácil. Añadió adrede una estrofa. Después invitó a ambas autoridades a reu– nirse en el obispado con los notables y otras gentes de la ciudad. En medio de una gran emoción, escucharon todos las estrofas .cantadas por los «juglares de Dios». Cuando sonó la estrofa añadida -Loado seas, mi Señor, por aquellos que per-donan por tu amor-, el obispo y el podesta se pi,dieron mutuamente perdón y se abrazaron a la vista de todo el pueblo. Había terminado el escándalo y se había conseguido la concordia. «Todos los testigos de la escena consideraron como un gran milagro... eI que· tan pronto los visitara el Señor y el que, sin recordar palabra alguna ofensiva, hubieran pasado de tan gran escándalo a tan leal avenencia» (LP 84). En un plano tal vez simbólico, las Florecillas nos ofrecen el valor, comprendido. por pocos, del .perdón como presupuesto ,para la ,paz. Antes de llegar al .pacto de ,paz entre el lobo y los habitantes de Gubbio, Fran– cisco les pide a éstos últimos que perdonen generosamente al hermano lobo todos los males que les ha causado (Flor 21).
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