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396 LÁZARO IRIARTE numerosos. Toda ,predicación de Francisco, más todavía, su simple paso, cuando ya era venerado por todos, esparcía en su derredor frutos ,d'e per– dón y de paz. La pacificación de Arezzo ocurrió al parecer en 1217. En ese año, ano– tan los antiguos anales aretinos, fueron puestos a buen recaudo algunos rebeldes del común. Desde hacía dos años, en efecto, reinaba una cruel discor,dia civil a causa de la potente familia de los Bostoli, con reyertas armadas, depredaciones y destrucciones. Pero el 31 ,de diciembre de 1217 se estableció un pacto de paz 'entre los Bostoli y el común. 2 La interven– ción de Francisco tuvo dos fases: la primera, de insistente oración, mientras se alojaba en un hospital de los arrabales de la ciudad; Silvestre, por mandato del Santo, conjuró a los demonios de la discordia, obligán– doles a abandonar los corazones de los aretinos. La segunda, de predica– ción penitencial: conversión, perdón y reconciliación (LP 108 i-k). Una vez más, y como si-empre, el perdón y la paz ,con Dios son el paso previo para el perdón y la .paz entre los hombres. , La fecha de la pacificación de Siena, relatada por las Flore,cillas, podría ser el 1221, año en que, según un anHguo cronista, estallaron las cruentas enemistades entre los Galerani y los Malavolti. 3 Tras escoger, con el origi– na] método de hacer dar vueltas a fray Maseo en el cruce de caminos, el que conducía a Siena, Francisco Uegó a la ciudad en el preciso momento en que amba:s facciones habían empuñado las armas. «IJes predicó con tal devoción y fervor, que los iniclujo a hacer las paces y a vivir en grande unidad y concordia» (Flor 11). Conocemos en cambio la fecha exacta en que la ciudad de Bolonia recibió 'el beneficio de la paz gracias a la predicación del Pobrecillo: el 15 de agosto de 1222, fiesta de la Asunción de la Madre de Dios. El relato es de un testigo presencial, Tomás de Spalato. Francisco p¡¡edicó en la plaza, delan1le del palacio comunal, donde había confluido ,casi toda la ciudad. El tema desarrollado, a juzgar por el esquema indicado por el testigo, no parecía muy adecuado para conmover al público. Pero el Po– brecillo no habl,aba a las inteligencias, se dirigía a los corazones. «No se atenía a los recursos de la oratO'ria, sino que predicaba en forma de exhor– tación». Predicaba con toda su persona. Escribe el estudiante dálmata: «Todo el contenido de sus palabras iba encaminado a extinguir las enemistades entre los ciudadanos y a restablecer entre ellos los convenios 2 Cf. Annales Aretinorum {1192-1343), ed. A. B!NI-G. GRAZIANI, en Rerum /tal. Scriptores XXIV, P. I, Citta di Castello 1909, 4. - M. RENZONI, S. Francesco ed Arezza, en Studi Francescani 46 {1950) 129-155. ' Cf. /bid. XV, P. IV, Bolonia 1939, 188.

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