BCCCAP00000000000000000001523

~e de lleno a la reflexión y a la pra- clóri <ii 26-30). · · ·· · · :J.,a oración debe impreg:q.ar tp,da la persona. Los maestros de <>ración han ·dado siempre importancia a la disposición corporal y otros factores externos, como la música y la ilumi– nación del ambiente, que influyen en la disposición espiritual. Hoy en día tienen un auge ciertos métodos orientales, apropiados para experi– mentar la unidad entre espíritu y cuerpo; tales son el método Hatha– y oga y el método Zen ( sobre todo el llamado Rara) (n. 27). APLICACION A NUESTRA REALI– CONCRETA l. ¿Nuestro horario de oración, la forma de practicarla, el ambiente para vivirla µi~jpf, haq s~dp, !leter– minados en un acuerdo fraterno, • ' • ·• ' 1 ' con la responsa~ilidad de tp,dqs? 2. ¿Podemos decir con verdad que nuestra fraternidad es una «fra– ternidad orante»? 3. ¿Tenemos señalados «tiempos fuertes» dedicados a la reflexión y a la oración? ¿Si todavía no lo hemos hecho, qué podemos hacer en este punto? PUNTO DE COMPROMISO FRA– TERNO (que debe ser señalado y acep– tado). V. QRACION COMUNITARIA (n. 31-35) t-ECTURA DEL TEXT9 Oración personal y oración co- 111ui1ttaria son dos manifestaciones clel mismo espíritu de oración. El qµe individualmente hace bien la oración siente necesidad de unirse a sus hermanos en la ·oración común; y por otra parte, la oración común, si no está alimentada de la oración persónal, degenera ya sea en una práctica de rutina, o ya en un mero convencionalismo amigable, quizás bien montado estéticamente, pero que permanecerá en pie mientras duren los factores psico-sociológicos que lo sostienen (n. 31). El qµe habitualmente no partici– pa de la oración comunitaria se coloca, por este t11ismo hecho, al margen de la vida fraterna. En este caso,' al igual de lo que se dice en el Consejo Plenario de Quito d~ fos hermanos que se apartan de 1~ vida común en rriateria de ·pobreza, de poco siryen hoy día las medidas dis– ciplinarias: es la misma fraternidad que debe tratar de 'recuperar al her– mano disgregado, bµscando de «rein– corporarlo» con la· caridad que se de~e tener stempre COD; un miembro enfermo. Pero· no por esto los Supe– riores deben despreocuparse de su deber pastoral. Es lo que San Fran– cisco quería que se hiciera con el hermano «que no quiere caminar según el espíritu»: «los frailes con quie:qes vive lo a~onesten y avisen, y co11 diligencia y' humildad lo re– prenpan »; y si ~sta solicitud frater– na no produce efect~. d~ben presen– tar el caso al Ministro {l R 5). Las Constituciones dicen, en el n. 95: «Los superiores, con patei:-µal mi– sericordia estén dispuestos a soco– rrer oportuna y eficazm~nre, según

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz