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PRESENCIA PENITENCIAL Y PROFÉTICA DEL HERMANO MENOR 181 Fue ésta precisamente la novedad que Jacobo de Vitry, testigo externo de mayor excepción de los orígenes franciscanos, ve en la Orden recién fundada: los hermanos menores son mandados de dos en dos, corno los apóstoles, a todas las partes del mundo a llevar el mensaje de salvación. Pero él mismo hace notar que semejante dispersión, lejos de constituir una disgregación, mantiene una maravillosa cohesión fraterna que se mani– fiesta en el capítulo anual, en que se, congregan todos tlos hermanos «para alegrarse en el Señor y comer juntos». 8 Es lo que testimonian las fuentes internas: cuanto más viven los hermanos el espíritu de la marcha, tanto mayor es la necesidad que sienten de volver a encontrarse y la pena de tener que -separarse nuevamente (1 Cel 38s; TC 41). Entre las instalaciones o «apropiaciones», para usar la expresión propia de Francisco; que podían restar validez y libertad a ese estado pen'Iuv nente de misión, él incluía las que podemos llamar instalaciones ascéticas, tendencia casi connatural a quienes se colocan en una postura excepcional a título de mayor perfección. Jesús denuncia fuertemente en el Evangelio esa forma de orgullo de los fariseos, preocupados de granjearse la vene– ración de la gente más que de la santidad verdadera. Por ello quiere que sus discípulos, al ser hospedados, no se las echen de ascetas, sino que coman ,lo que les pongan delante (Le 10, 7s). Francisco repite esta norma varias veces (1 R 3, 13; 9, 13; 14, 3; 2 R 3, 14). Ve en ello un medio de inserción minorítica entre cualquier clase de gentes, ricos y pobres. La misma finalidad de suprimir el empaque que crea distancias, ade– más de la razón fundamental de una vida pobre, hemos de ver en. la prohi– bición de viajar a caballo (1 R 15, ls; 2 R 3, 12). Así el hermano menor, marchando por el mundo, puede emparejar «con la gente de baja condi– ción y despreciada, con los pobres y débiles ... con los que piden limosna a la vera del camino» (1 R 9, 2). Tan esencial considera el fundador ,la peregrinación como fruto de la pobreza liberadora y como disponibilidad para testimoniar y anunciar el Reino, que en el Testamento, al aceptar una adaptación de la letra de la Regla sobre las moradas fijas, prohibidas en el capítulo sexto, quiere salvar el espíritu con estas palabras: . """l «Guárdense los hermanos absolutamente de recibir las iglesias, las viviendas pobrecillas y las demás construcciones que se hagan para ellos si no son como conv:iene a la santa pobreza, que hemos prometido en • Carta de 1216, 11; Carta de 1220, l; Historia Decid., 4, 6, 9; ed. H. -BoEHMER, Analekten zur Geschichte des Franciscus von Assisi, Tübingen 1961, 67-70. La misma constatación, si bien crítica, hacía en 1220 el retórico de Bolonia Buon– compagni (L. LEMMENS, Testimonia minora, Quaracchi 1926, 92).

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