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PRESENCIA PENITENCIAL Y PROFÉTICA DEL HERMANO MENOR 225 En conclusión, para usar una expresión actual, pero en un sentido más legítimo del que suele dársele, Francisco aparece en su tiempo como un auténtico «no alineado». Hombre penitencial, se abría a la acción divina sin calcular lo que había de dar al Dios Altísimo, se colocó en la órbita del Evangelio y, por eso mismo, al margen de todo condicionamiento económico, social, político, cultural y ascético. Así es como pudo evange– lizar a todos como desde fuera; por eso fue profeta aceptado y seguido. Pequeñuelo y siervo de todos, no se impuso a nadie, no contestó nada, no polemizó: vivió la fe que profesaba y expresó en hechos y palabras lo que vivía. La sinceridad de su conversión y la rectitud con que se dejó educar por la Palabra de Dios, le llevó a la fe y a la confianza en la «santa Madre Iglesia», y también las estructuras eclesiales hubieron de experi– mentar el impacto de su testimonio profético.
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