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184 L. IRIARTE LA PRESENCIA-TESTIMONIO Francisco tiene presente que Jesús quiere que los suyos sean sal de la tierra y luz del mundo por las obras buenas y por el testimonio que han de dar de él (Mt 5, 13-16; He 1, 8), más que con la predicación, que tam– bién es necesaria. «Somos madres de Jesucristo -escribe en la Carta a los fieles, 53- cuando... Jo damos a luz mediante las obras santas, que deben resplandecer para ejemplo de los demás.» Por eso quiere que «todos los hermanos prediquen con las obras» (1 R 17, 3), «más con el ejemplo que con la palabra» (Adm 21, 2; TC 36). Escribe Tomás de Celano: «Enseñaba que los hermanos menores han sido mandados por el Señor en este último tiempo para ofrecer ejemplos de luz a los que se hallan envueltos en la oscuridad del pecado. Y decía que, cuando oía las obras laudables que realizaban los santos hermanos dispersos por el mundo, se sentía como embriagado de perfume suavísimo y como ungido con bálsamo precioso» (2 Cel 155). Jacobo de Vitry, constatando el éxito del proselitismo vocacional de la nueva Orden, lo atribuye al testimonio de una vida enteramente evan– gélica, que iba despertando un entusiasmo contagioso. Escribe en su carta de 1216: «He hallado en aquellas regiones algo que me ha producido gran con– solación: personas de ambos sexos que, despojándose de toda propiedad por Cristo, abandonan el mundo... Viven desembarazados de las cosas temporales... Por la gracia de Dios han producido ya grande fruto y han ganado a muchos, de tal manera que quien les oye invita a los demás: ¡Ven! y unos atraen a otros.» 12 Viene a la mente el relato de san Juan sobre la manera como entraron en contacto con Jesús los primeros discípulos: ¡Venid y veréis! ... ¡Ven y verás! (Jn 1, 35-51). La presencia de los nuevos religiosos, con su manera de presentarse, descalzos y vestidos de ruda túnica, con su manera original de saludar y todo su estilo de vida, provocaba en un primer momento reacciones de extrañeza y aun de suspicacia; pero cuando la gente descubría el porqué de tal novedad y captaba la fuerza de aquel testimonio, la prevención se 12 No es fácil la traducción de la frase proverbial latina: Veni! et cortina cortinam trahat. Ed. H. BoHEMER, o.e., 67. Sobre la fuerza de atracción del ejem– plo de los hermanos menores habla también en la carta de 1220 y en la Historia occidentalis, ibid. 69-72. Fue el mismo Jacobo de Vitry quien aplicó a los her– manos menores el texto evangélico .sal de la tierra y luz del mundo.

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