BCCCAP00000000000000000001521

EL PECADO, .EN SAN FRANCISCO 281 Esto es tanto más cierto en el caso de Francisco, por cuanto es evidente la apertura en que vivía de cara al Espíritu del Señor. Ni extraña tal devoción, muy propia de aquel tiempo en que se hablaba de la tercera edad de la Iglesia, 1a del Espíritu Santo; de entonces viene la secuencia Veni sancte Spiritus, introducida en la liturgia por Inocencia III. Además, todos los movimientos evangélicos de renovación apelaban al Espíritu Santo. La devoción de Francisco al Espíritu del Señor aparece constantemente en sus escritos. El Espíritu tiene su morada en nuestro corazón (2CtaF 48); Él es quien manda los candidatos a la Orden (1 R 2, 1); El guía a los que desean ir a misiones (2 R 12, 1); El orienta a los candidatos en la distribución de sus bienes (1 R 2, 4; 2 R 2, 7); Él fue quien llevó a Francisco en medio de los leprosos (Test 2), le dio una fe viva en las iglesias y en los sacerdotes (Test 4. 6), le reveló el saludo que debían usar los hermanos (Test 23), le dictó la Regla que compuso para los hermanos (Test 14); El quiere que los hermanos tengan la carne mortificada (1 R 17, 14); etc., etc. Por eso Francisco quiere que los hermanos anhelen sobre todo tener el Espíritu del Señor y su santa operación (2 R 10, 8-9). De ahí que sus biógrafos puedan decirnos de él que era guiado por la sabi– duría que viene de lo alto, que el Espíritu del Señor lo visitaba e instruía, lo dirigía y asistía. Sabemos que quiso incluir en la Regla que el Espíritu Santo es el Ministro general de la Orden (2 Cel 193). Dada esta forma de ser de Fran– cisco y su apertura a la acción e iluminación del Espíritu, tuvo que ser este mismo Espíritu quien lo llevó a entender el misterio del pecado. Fue Él su gran maestro. Concluyendo, pues, podemos decir que la experiencia personal, la lectura bíblica, la enseñanza y praxis de la Iglesia de su tiempo y, sobre todo, la ilu– minación del Espíritu del Señor fue lo que llevó a Francisco a entender el mis– terio del pecado. Sabiendo esto, hemos de ver ahora cuál es la naturaleza ínti– ma del pecado intuida por Francisco, cuál es la estructura de esta realidad tenebrosa que intenta siempre instalarse en el corazón del hombre. II. NATURALEZA Y ESTRUCTURA DEL PECADO Francisco no nos ofrece una noc10n estructurada del pecado ni, mucho me– nos, una exposición sistemática del mismo. Por eso, hemos de captar su pensa– miento valiéndonos de los varios elementos que vamos a exponer. Considerado cada uno de ellos, podremos aproximarnos al concepto que tenía de la natura– leza del pecado. 1. NOMBRES CON QUE FRANCISCO DESIGNA EL PECADO Para designar el pecado, Francisco utiliza los más diversos términos, y esto, ciertamente, porque ninguno de ellos agota su realidad. Lo mismo sucede en

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz