BCCCAP00000000000000000001521

EL PECADO, EN SAN FRANCISCO 285 En caso contrario, Francisco no acepta la obediencia: «Si alguno de los m1ms– tros manda a algún hermano algo contra nuestra vida o contra su alma, el tal hermano no esté obligado a obedecerle, pues no hay obediencia allí donde se comete delito o pecado» (1 R 5, 2). La desobediencia está ligada esencialmente al pecado, porque todo él es un oponerse al querer de Dios. También aquí Francisco se mueve dentro de las categorías de la revelación. En la Biblia, el pecado se identifica con la desobediencia. Baste recordar el relato bíblico del primer pecado. Dicen los especialistas que el pecado es un no a Dios, una ruptura con ~l. una actitud de resistencia a su voluntad, un no escucharle, oponerse a su alianza. 3. INTERVENCIÓN NECESARIA DE LA LIBERTAD DEL HOMBRE EN EL PECADO Para Francisco, el pecado no es una fatalidad, la naturaleza no está intrín– secamente corrompida. (L. Lavelle), el hombre no es esencialmente malo. El pecado se da en la historia del hombre, pero habría podido no darse; se da por culpa del hombre, a partir de un acto libre suyo que habría podido no realizar. A propósito del pecado de origen, dice: « ... hechos a tu imagen y seme– janza, nos colocaste en el paraíso. Y nosotros caímos por nuestra culpa» (1 R 23, 1-2). El pecado entra en la historia humana a partir de un mal querer del hombre. Dice también: «Si entre los hermanos hay alguno que quiere proceder según la carne y no según el espíritu, los hermanos amonéstenlo, instrúyanlo v corríjanlo humilde y diligentemente» (1 R 5, 5). En el pecado interviene siem– pre una negativa del hombre a Dios: «Los que no quieren gustar cuán suave es el Señor y aman más las tinieblas que la luz, no queriendo cumplir los man– damientos del Señor, son malditos» (2CtaF 16). Por otra parte, sabido es cómo Francisco serenó a un hermano que se atormentaba creyendo haber pecado por haber sido tentado, sin consentir en la tentación: «Y no tengas miedo, ya que lo que te ocurre a ti sin consentirlo tú redundará para ti en corona, no en culpa» (2 Cel 124). Sabía bien que, si desaparece o disminuye la libertad, no hay pecado. Así lo aplica expresamente al ayuno en los días en que obliga: «En caso de necesidad, séales lícito a todos los hermanos servirse de todos los man– jares que pueden comer los hombres» (1 R 9, 3), aduciendo el ejemplo del Señor. La libertad, sin embargo, no es el único factor que influye en la realidad del pecado y lo explica; hay también otros, como veremos a continuación. 4. GÉNESIS DEL PECADO Aunque mucho dependa de la libertad del hombre, el pecado está particular– mente vinculado a dos factores, según Francisco: el demonio y la carne.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz