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294 F. AIZPURÚA Y así tenemos que RTor 21, 1 se compone de tres fragmentos: los dos primeros tomados de san Francisco; el tercero, de san Pablo. «Empéñense todos los hermanos y las hermanas en seguir la humildad y pobreza de nuestro Señor Jesucristo ... » Este fragmento es reproducción literal de 1 R 9, 1, con la única variante de que se ha añadido «y las her– manas», destinatarias también de la nueva Regla. « .. . el cual, siendo Él sobremanera rico, quiso, junto con la bienaventu– rada Virgen, su Madre, elegir en el mundo la pobreza... » Este segundo frag– mento repite al pie de la letra el texto de la 2CtaF 5, sin inciso ni variante alguna. « ... y se anodadó a sí mismo». Son palabras tomadas de la carta de san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 7), que, por cierto, no cita directamente san Francisco en sus escritos. RTor 21, 1, pues, no sólo se inspira en san Francisco, sino que se expresa literalmente con sus mismas palabras, completadas con las del Apóstol. Se trata de temas prioritarios para san Francisco y, por lo mismo, fre– ouentemente repetidos, de una u otra forma, en sus escritos. Como textos paralelos pueden verse: 2 R 6, 2-3; 12, 4; UltVol 1; RCI 8, 2-3 (para la división en versículos de los escritos de Clara, seguimos la edición del P. Iriarte: Escritos ..., Valencia 1981); 12, 13; TestCl 47; RCI 6, 7; etc. Los principales temas propuestos en RTor 21, 1 son el del seguimiento de Cristo en su pobreza y humildad: no se sabe de Jesús mientras no se le sigue; el del anonadamiento de Cristo, fuente e inspiración del aspecto kenótico de la espiritualidad franciscana; y el de la Virgen María, aso– ciada a su Hijo. En muchos textos relativos a la pobreza, Francisco y Clara unen el misterio de María al de su Hijo Jesucristo. A este respecto puede verse, además de 2CtaF 5, por ejemplo, 1 R 9, 5: Nuestro Señor Jesucristo «fue pobre y huésped y vivió de límosna tanto Él como la Virgen bien– aventurada y sus discípulos»; UltVol 1: «Yo el hermano Francisco, peque– ñuelo, quiero seguir la vida y la pobreza de nuestro altísimo Señor Jesu– cristo y de su santísima Madre»; RCl 12, 13: «a fin de que... observemos perpetuamente la pobreza y humildad de nuestro Señor Jesucristo y de su santísima Madre»; TestCl 47: « ... siguiendo la pobreza y humildad de su amado Hijo y de la gloriosa Virgen su Madre». Recordemos el título de «pobrecilla» que la primitiva espiritualidad franciscana daba a la Virgen: «No recordaba sin lágrimas la penuria que rodeó aquel día a la Virgen pobrecilla» (2 Cel 200; cf. TC 15; LCl 13). RTor 21, 2: Y recuerden que nada hemos ,ene ,tener 1d,e este mundo, sino que, como dice \el Apóstol, •estamos contentos ,teniendo ¡qué comer y con qué vestirnos.

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