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306 F. AIZPURÚA donde se puede dar el sentido pleno a nuestro progresivo acercamiento y vida con los que la sociedad llama pobres, porque anunciaremos realmente ·a los pobres que Dios está con ellos en la mtdida en que participemos nosotros de su suerte. Lo que la pobreza es más allá de sus coordenadas socioeconómicas y sociorreligiosas solamente puede ser captado por el que de verdad tiene un corazón de pobre, un modo distinto de ver a las personas, las institu– ciones y las cosas, el modo del seguidor de Jesús pobre y muerto en la cruz. Visión de pura fe. CONCLUSIÓN Toda esta comunicación no quiere ser, en principio, más que un ánimo a apreciar la Regla de la TOR en su llamada a la pobreza. Pero, a la larga, es un aldabonazo a cada uno de nosotros para avivar la fidelidad a la pro– mesa dada, para ser consecuentes con nuestro plural calificativo de fran– ciscanos. Y más sencillamente, lo último que se pretende es caminar hacia una vida cristiana seria y con contenido evangélico. Porque lo importante no es explicar o reflexionar sobre los valores franciscanos de la pobreza, sino ser pobres como lo fue el creyente Francisco de Asís, nuestro hermano.
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