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304 F. AIZPURÚA Esta recuperación del franciscanismo habrá que hacerla desde un lado más serio que el de la anécdota de lo francis~ano. No podemos conten– tarnos con ese franciscanismo externo, de eslogans, tópicos y posturas superficiales. Hay que ir hacia algo más fundamental. Efectivamente, optar por un tipo de vida cristiana en el molde de lo franciscano es algo serio y recio, algo que empeña lo más hondo de la vida y que afecta a todas las posturas personales y fraternas. La oferta eclesial de una Regla es, en ese sentido, algo muy serio. A todo aquel que desde algún Iado se dice franciscano o que tiene a Francisco como inspirador de su vida, no puede darle igual el que se haya ofrecido esta Regla o no. En el fondo, esto es lo que uno ha prometido; bajo este documento ha puesto uno la firma de su fidelidad. De manera que la vida del religioso/a de la TOR ha de tener como apoyos fundamentales de su vida cristiana los de esta Regla. Uno de ellos, firme y fuerte, el de un estilo de vida pobre. 3. VALORACIÓN SOCIAL No hace falta matizar mucho para decir que la mayoría de nuestros gru– pos franciscanos son, socioeconómicamente hablando, grupos, si no ricos, al menos bien situados. No solamente se nos tiene por tales, sino que como empresa, como grupo económico, no somos de los pobres, de los que no pueden ni agruparse. De ahí la paradoja que se establece cuando hacemos profesión de vida pobre en un grupo que nunca, o muy difícilmente, tendrá una estructura 'vital pobre. Pienso que ésta es una de las cosas que más hace sufrir a un amante de lo franciscano. Sobre todo por:que no hay remedio para ellas. No obstante, creo que dejarse llevar inconscientemente por esta reali– dad, no darse por enterado de la situación de nuestras estn1cturas fra– ternas, es un fraude a la vida religiosa. Y, por lo mismo, habrá que intentar hacer algo, ya que algo se puede hacer. Daremos algunas pistas, más para el diálogo y la reflexión que como cosa hecha. - El asunto de las obras propias: pienso que ahí el franciscano debe hilar delgado, cuando no tenga el coraje de ser drástico y tajante. Y aquí a veces el silencio de los componentes de la fraternidad se hace cómplice de situaciones que cada vez se embrollan más. Una sana crítica será a veces una ayuda fraterna. - Propiciar un cambio de estructuras: hay que comenzar pensando que nuestra actual situación y estructura económica no es algo absolutamente inamovible, y que hay modos de vida económica distintos a los «de siem– pre». Aquí la imaginación es la voz del profeta, verdadero servicio fraterno.

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