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«VIDA EN POBREZA» SEGÚN LA REGLA DE LA TOR 303 II. VALORACIONES Una vez estudiados los datos que nos ofrece el texto, qms1eramos dar ahora algunas valoraciones sobre el mismo, tratando de enriquecer su lec– tura y, lo que es más, queriendo aproximar el texto a nuestra vida fran– ciscana de hoy. De este modo queremos contribuir a dar vigor y realismo al documento. l. VALORACIÓN HISTÓRICA La nueva Regla de la T0R recupera algo esencial al franciscanismo en este punto de la pobreza. Mirando la legislación pasada de la T0R (véanse, por ejemplo, las tres reglas de Paulo III, de 1547, para las tres ramas de la TOR de España), se ve que la transmisión del espíritu franciscano no se ha hecho por una opción de vida por la pobreza, sino por ese cauce común a todas las órdenes de una vida regulada, clericalizada, y de una especial austeridad por principios ascéticos. Quizá también la T0R ha ido por los derroteros comunes a cualquier institución religiosa, incluidas las hanciscanas. Tal vez fuera buena, no una quijotesca repristinación de la «lucha por la pobreza», pero sí un replantear nuestro ser franciscano en ese terreno, duro, pero posibilitador, que es el de la pobreza, tanto individual como institucional. Si Francisco y Clara vieron que ahí se jugaba d ,porvenir de su Orden, tal vez sea ahí donde haya que situar el problema. Hoy se hace instintivamente hincapié en la fraternidad, y quizá tenga que ser así. Pero, ¿puede haber entre franciscanos una fraternidad sin su contenido propio, sin la decidida opción por un seguimiento en pobreza? ¿No está pidiendo la historia al hoy del franciscanismo de la T0R una auténtica reasunción del legado franciscano de la pobreza en una traduc– ción actual que lo haga verdadero revulsivo en esta sociedad del consumo y del dinero en la que nos ha tocado vivir? 2. VALORACIÓN FRANCISCANA Debido a la influencia de lo «standard» que ha imperado en la Iglesia hasta la época anterior al Concilio, creo que podemos decir que la mayoría de nosotros estamos aprendiendo el franciscanisrno tardíamente. Nuestros noviciados carecieron de ese soporte franciscano recio que entronca con lo evangélico y que constituye un verdadero hallazgo en nuestra vida. Esto lo estamos haciendo ahora. La aceptación común de una Regla como esta de la TOR lo está diciendo con claridad.
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