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302 F. AIZPURÚA -Mt 10, 27-29: confianza en el Padre. El empleo que Francisco hace de Mt, organizándolo en torno a dos ejes, el séguimiento y la misión, da una idea de lo que para él ha supuesto la comprensión vital del Evangelio. Para Francisco, la vida del creyente es seguir a Jesús en la pobreza y pre– dioarlo vivencialmente en el mundo, a partir de la total y absoluta con– fianza puesta en el Padre. -1 Pe 2, 11: « ... como peregrinos y forasteros ... ». Los textos de Pedro, muy leídos en la liturgia, junto con los de Juan, impresionaron mucho a Francisco. Concretamente, 1 Pe 2, 11, idea bíh:lica que se halla ya en el A. T. (Gén 23, 4; Salmo 38, 13), significa para Francisco la pobreza del pere– grino, transeúnte y mendigo que queda libre del todo para el Reino. En la 2 R 6 y en Test 24, esta expresión implica la expropiación total en la vida, en pobreza y humildad, «sin nada propio». 4. CONCLUSIONES De un modo genérico concluimos en este primer acercamiento a nuestro texto: - Es un texto denso y rico, a la par que inspirador, que recoge bien Ios aspectos principales de la espiritualidad franciscana sobre la pobreza. - Las líneas que describen el estilo de vida que requiere una vida pobre (21), así como la fundamentación espiritual que la sustenta (22), se enraízan en las líneas maestras de la espiritualidad franciscana sobre la pobreza. El haber recalcado algunos aspectos más actuales, como el cri– terio de la necesidad (21, 2) o el de situar la vida en el ámbito de la margi– nación (21, 3), dan vigor al número 21. -Al describir primero el estilo de vida ,que conlleva la pobreza (21), y luego la fundamentación espiritual que la sustenta (22), quizá se quiera sugerir, según el pensar de san Francisco, que la pobreza es, ante todo, una opción de vida, decisión concreta, postura clara ante las situaciones de la vida. O sea, se está describiendo un estilo de vida más que una forma de pensar. - El texto tiene dos garantías: la fundamentación cristológica y el apoyo de la Palabra. Efectivamente, .el argumento último que se maneja constante– mente es la persona misma de Jesús. Sin ella, la pobreza del creyente sería un ascetismo vacío y carente de sentido. Sin la referencia continua al Evangelio, que motiva la pobreza y el seguimiento en despojo, la pobreza franciscana correría el riesgo de toda desviación, la del culto a uno mismo aun a riesgo de lo más sagrado.
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