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LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS 231 y se aventuró a encontrarlo en lo religioso. La conversión supone, pues, un cambio de esquemas en los que realizar su vida; gesto que expresa con la frase tradicional de «abandonar el mundo» o «salir del siglo». Por tanto queda claro que su actuación ya no puede entenderse dentro del ámbito estrictamente social, sino en el religioso o eclesial. Con esto no quiero decir que su quehacer religioso no tuviera conse– cuencias sociales, como en efecto las tuvo; pero su voluntad es siempre religiosa, aún en los casos más llamativos de pacificación política. 110 A Fran– cisco no se le puede pedir que participara en la actividad social de su pueblo porque, conscientemente, había renunciado a ello. El compromiso de su acción hay que buscarlo, por tanto, en otro sitio: la Iglesia. Aquí sí que se puede hablar de elección d~ una determinada corriente espiritual, la pauperística, para vivir el Evangelio en la Iglesia y de com– promiso por hacerla viable. A pesar de que Francisco introdujo en el pau– perismo laico una forma efectiva de ser menor, el de la no-contestación verbal, sin embargo, mantuvo su fuerza crítica ofreciendo alternativas que pudieran cambiar la situación. La fuerza contestataria de Francisco radica en que «quebró» el sistema ideológico de valores, aportando otros en su lugar, y eso no desde unos presupuestos sociopolíticos, lo que hubiera hecho de él un militante, sino desde el mismo Evangelio leído en un con– texto determinado. La opción de vivir en una comunidad fraterna que renuncia deliberada– mente a todo saber, poder y tener como forma de actuación, es un reto para la sociedad medieval, tanto eclesiástica como civil, basada en una jerarquía de clases donde la lucha por tomar el poder económico, político e ideológico es condición indispensable para su realización personal, indi– vidual y colectiva. El ofrecimiento de una vida montada sobre unos valores evangélicos que para la sociedad son antivalores, es la alternativa que pre– sentó Francisco, y si tuvo repercusiones en la transformación de su am– biente social esto demuestra que la vivencia radical del Evangelio, cuando se hace en contacto con la realidad, es siempre humanizadora.11 1 ªº Cf. P. BREZZI, Francesco e i laici, pp. 175ss.; H. RoGGEN, Die Lebensform, pp. 22ss.; A. POMPEI, La influencia religioso-social de S. Francisco y de su primitiva Fraternidad en el siglo XIII, en Sel Fran n. 9 {1974) 328-335. 111 [Cf. T. MATURA, Francisco de Asís, una réplica en nombre del Evangelio, en Sel Fran n. 1 (1972) 15-25.]

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