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226 J. MICÓ que la misma Fraternidad renunciaba también a los bienes de los candi– datos, a no ser en casos extremos, y aún entonces, su participación en el reparto no es de privilegio, sino que lo recibirán «como los demás pobres».9 2 La decisión de seguir a Cristo pobre conllevaba también el prescindir de residencias fijas donde poder establecerse. El programa de misión adop– tado les exigía estar disponibles para anunciar el Evangelio sin que hubiera nada que les obligara a instalarse. El único lugar que tenían era la capilla de la Porciúncula, y esto más como centro simbólico que como residencia habitual. La evolución se encargó de que los frailes acabaran instalándose, pero siempre quedará como intención el valor de la itinerancia: El no dis– poner de propiedades que condicionen la movilidad y, aún, la misma mino– ridad; si se tienen propiedades, hacen falta también derechos para defen– derlas ante los demás. 93 La economía del grupo viene entendida como una economía pobre; más todavía, como una economía marginal. Los medios de subsistencia no están asegurados por las propiedades, sino por un trabajo manual o de servicios generalmente desinteresado y, en algunas ocasiones, remunerado en espe– cie.94 En caso de que no fuera suficiente -y no lo era, seguramente, la mayoría de veces, porque lo del trabajo manual asalariado habría que reducirlo a sus justas proporciones- se podía ir a mendigar «como los demás pobres». 95 Además, no se trataba de que hubiera que trabajar para 92 « ... díganles la palabra del santo Evangelio: que vayan y vendan todo lo suyo y procuren distribuírselo a los pobres» (2 R 2, 5). «Y el ministro acójalo benignamente y anímelo y expóngale con esmero el tenor de nuestra vida. Cumplido esto, el mencionado aspirante venda todas sus cosas y procure distribuírselo todo a los pobres, si quiere y puede hacerlo según el espíritu sin impedimento. Guárdense los hermanos, y también su ministro, de entrometerse de ninguna manera en sus negocios, y de recibir dinero alguno ni por sí mismos ni por intermediarios. Sin embargo, si lo precisan, por causa de esta necesidad, pueden los hermanos recibir, al igual que los otros pobres, las cosas necesarias al cuerpo, excepto el dinero» (1 R 2, 3-7). «Y los que venían a tomar esta vida, daban a los pobres todo lo que podían tener, y se contentaban con una túnica, remendada por dentro y por fuera; con el cordón y los calzones. Y no queríamos tener. más» (Test 16-17). 93 Cf. S. DA CAMPAGNOLA, La socie.ia assisana, p. 378; J. M1có, Reflexiones sobre el Testamento, pp. 32-33. "' J. M1có, Reflexiones sobre el Testamento, pp. 27-29; cf., más arriba, la nota 42. 95 «Y deben gozarse cuando conviven con gente de baja condición y despre– ciada, con los pobres y débiles, y con los enfermos y leprosos, y con los men– digos de los caminos. Y, cuando sea menester, vayan por limosna» (1 R 9, 2-3). «Y por el trabajo pueden recibir todas las cosas que son necesarias, menos dinero. Y, cuando sea menester, vayan por limosna como los otros pobres» (1 R 7, 7-8). Cf. L. CASUTT, Bettel und Arbeit nach dem hl. Franziskus von Assisi, en Coll Fran 37 (1967) 229-249.

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