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LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS 225 Frente a la actitud de prevención del pueblo y de la Iglesia, el grupo de Francisco trató de definirse, dentro de la corriente pauperística, como una forma de vida evangélica emparentada con la espiritualidad laica y no con la monástica tradicional. 89 El camino recorrido hasta encontrar el nom– bre de Hermanos Menores corno significativo del lugar real ocupado dentro de la Iglesia, puede darnos una idea de lo que supuso de búsqueda y, al mismo tiempo, de empeño por mantenerse fieles a lo que ellos entendían corno una encarnación o historización del Evangelio. 90 La opción hecha por el grupo de Francisco se enmarca dentro de la renuncia a todo saber, poder y tener, como ambiente propicio para abrirse al Cristo pobre y descubrir en Él una referencia a la pobreza humana, sacramento y presencia de su voluntad salvadora. Es decir, que al comu– nicar su experiencia religiosa no quieren hacerlo desde una posición privi– legiada sino desde la misma marginación, con el fin de participar solidaria– mente con los pobres el descubrimiento que han hecho de que la pobreza es el lugar preferencial del encuentro con Jesús, el Pobre por excelencia. Su resistencia a tomar actividades clérico-pastorales es también un ele– mento que confirma la actitud adoptada por el grupo: el quedar al margen de todo poder, aunque sea eclesiástico. 91 Las características de la primitiva Fraternidad, a pesar de haber optado por un pauperismo religioso, respondían a la realidad ambiental en que se desenvolvían los pobres sociales. La primera condición para entrar en el grupo era deshacerse de todos los bienes en favor de los pobres, para poder comenzar la experiencia sin ningún tipo de seguridad material. Un desprendimiento que no era sólo personal, como entre los monjes, sino pedir limosna de puerta en puerta» (TC 35); cf. S. DA CAMPAGNOLA, La societa assisana, p. 374. «Mas, como (Juan de San Pablo) era hombre prudente y qis– creto, le interrogó sobre muchas cosas, y le aconsejó que se orit:ntara hacia la vida monástica o eremítica. Pero san Francisco rehusaba humildemente, como mejor podía, tal propuesta; no por desprecio de lo que le sugería, sino porque, guíado por aspiraciones más altas, buscaba piadosamente otro género de vida» (1 Cel 33). " Cf. K.-V. SELGE, en la Tavola rotonda de La poverta del secolo xu e Fran– cesco d'Assisi, p. 287. " A la denominación de la Fraternidad como Hermanos Menores, que apa– rece ya de un modo oficial en la Regla bulada, no se llegó sino a través de titu– beos coincidentes con la propia identidad del grupo; cf. K. EsSER, La Orden fran– ciscana. Orígenes e ideales, Aránzazu 1976, pp. 56ss. [VE. MOTTE, Se llamarán «Hermanos Menores», en Sel Fran n. 12 (1975) 274-280.] 91 A pesar del hecho de las tonsuras, el grupo franciscano nace laico. Tanto su actividad laboral, como su predicación e, incluso, la resistencia a percibir las «décimas», de derecho exclusivamente clerical, prefiriendo la limosna «como los otros pobres» (1 R 7, 8}, muestran claramente que la vocación originaria de la Fraternidad no es clerical.

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