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224 J. MICÓ sensibilidad social hacia ellos. Posiblemente la casa de Bernardone no fuera demasiado activa en preocupaciones sociopolíticas; de hecho llama la aten– ción que, presentándolo los biógrafos como un mercader importante, no aparezca en ninguno de los documentos de entonces. 85 Sin embargo, no podemos deducir de esto que en la casa de Francisco no tuvieran eco las tensiones sociales de la ciudad; simplemente que no aparece por ninguna parte. Este silencio sobre la actividad social de Francisco por mejorar las condiciones de vida de las capas sociales más bajas es significativo. Con ello están insinuando que su conversión a una vida pauperística no puede entenderse como una acción comprometida, directamente social, en defensa de los marginados. Lo cual no quita que, al escoger la religiosidad popular como marco de su experiencia evangélica, lo uniera irremediablemente con las clases más bajas, pero teniendo en cuenta que esta presencia quedaba dentro de la esfera de la solidaridad impotente y de la compasión cari– tativa.86 La procedencia social, tanto de Francisco como de sus primeros com– pañeros, es la nobleza o clases acomodadas; 87 con lo cual queda descartada toda sospecha de que su decisión de llevar una vida pobre dentro de la Iglesia responde a ningún tipo de revanchismo social. Esto quedaba fuera de sus presupuestos, ya .que su opción se encaminaba, más bien, a encontrar el sentido para sus vidas que andaban buscando. La identidad del grupo es ya desde los primeros momentos netamente marginal. Sus mismos paisanos no les perdonan que hayan elegido ese tipo de vida; no tanto por su matiz religioso, sino por lo que tiene de provoca– ción para una ciudad que está empeñada en conseguir el poder que, hasta hacía poco, se le venía negando. La misma Iglesia se resistía a aceptarlos como una experiencia formal de vida religiosa por considerar que su afi– nidad con la corriente pauperística laica no encajaba dentro de las estruc– turas jurídicas oficiales de vida religiosa. De ahí su insistencia en encami– narlos hacia modos de vida evangélica más seguros y probados, como era la vida monástica. Solamente la tenacidad de Francisco por vivir «según la forma que le había revelado el Señor» hizo posible que aceptaran esa nueva forma de optar por lo religioso. 88 '' Cf. A. BARTOLI LANGELI, La realta sociale assisana, p. 369. 86 Cf. H. RoGGEN, ¿Hiza Francisco una opción de clase?, en Sel Fran n. 9 (1974), p. 291. ª 7 Cf. H. GRUNDMANN, Movimenti religiosi, pp. 139-140. [S. CLASEN, Francisco de A.sís y la cuestión social, en Sel Fran n. 9 (1974), pp. 264-265.] " «Sus mismos parientes y consanguíneos los hacían blanco de su persecu– ción. Otros ciudadanos hacían burla de ellos, como de memos y locos, porque en aquellos tiempos a nadie se le ocurría dejar sus propios bienes para luego

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