BCCCAP00000000000000000001519

LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS 221 ricos y pobres; pero, ¿dónde terminaban unos y empezaban los otros? ¿Cuál era el concepto de pobreza y riqueza que se tenía para clasificar a la gente? Estas preguntas es necesario que nos las hagamos si no queremos proyectar conceptos clasificadores que eran impensables en aquellos tiempos. l. FRANCISCO Y LOS POBRES El concepto socio-religioso de pobreza había cambiado en los siglos XI y xn; de una espiritualidad de la riqueza se había pasado a una espiritua– lidad de la pobreza. 78 Las nuevas reformas monástico-eremíticas limitan al máximo los propios bienes, haciendo depender su subsistencia del tra– bajo manual y, en casos límites, de la mendicicación. La oposición por parte del clero y el monaquismo tradicional y su posterior evolución hacia el cenobitismo, atenuaron muy pronto sus exigencias respecto a la pobreza. Si los nuevos predicadores ambulantes encuadran su proyecto de vida den– tro del «seguir desnudos a Cristo desnudo», sin embargo, no cuajaron en formas nuevas de vida religiosa sino que terminaron por integrarse en la tradicional. 79 El siglo xn marca un cambio respecto a la pobreza. El crecimiento demo– gráfico tuvo como consecuencia el crecimiento de desarraigados, sobre todo en la ciudad, sin ninguna esperanza de salir de tal situación. 80 Este nuevo tipo de pobreza planteó a los cristianos, sobre todo laicos, un pro– blema de conciencia que trataban de resolver mediante la creación de cen– tros asistenciales benéficos -hospitales, leproserías, hospicios para pere- " En el alto Medioevo solamente la riqueza se concibe en una dimensión espi– ritual; como en el A. T., ser rico es signo de elección divina. El buen cristiano es el rico, ya que puede realizar, por medio de la caridad y la construcción de iglesias, el doble objetivo de la propia salvación y de la expansión de la cristiandad. Esta creencia viene plasmada en el tipo ideal de santidad. Las Vidas de los santos nos los muestran siempre como grandes personajes enormemente generosos que reparten una porción de sus bienes -nunca la totalidad- entre los pobres más necesitados, las abadías o las canónicas. Se podría decir, carica– turizando un poco, que para la hagiografía altomedieval la riqueza es una con– dición indispensable para ser santo. El siglo XI comporta una revalorización del concepto de pobre, y el XII marca un viraje respecto a la pobreza medieval. La sensibilidad cristiana ha dado un vuelco, pasando de una espiritualidad de la riqueza a una espiritualidad de la pobreza en la que el pobre ya no es objeto de la munificencia caritativa, sino sujeto y signo de la presencia de Cristo; cf. la Convención sobre este tema: Povertll e riccliezza nella spiritualita dei secoli XI e xn, Todi 1969. 79 Cf. H. GRUNDMANN, Movimenti religiosi, pp. 28ss. " Gf. A. VAUCHEZ, Les pauvres et la pauvreté aux XI et xu siecles: Etat des recherclies en France, en Poverta e riccliezza neUa spiritualita dei secoli XI e XII, pp. 235-236.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz