BCCCAP00000000000000000001519

LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS 219 Los movimientos pauperísticos habían surgido como parte de la efer– vescencia social del siglo XI, sin embargo, no sería del todo acertado con– cebirlos como movimientos de revolución social disfrazados de religión. 74 Indudablemente los límites entre lo social y lo religioso eran confusos, y si esta confusión se utilizaba como medio de dominio y opresión, es natu– ral que se tomara también como instrumento de protesta y liberación. Sin embargo, la mayoría de movimientos actuaron dentro de un contexto reli– gioso y algunos, incluso, eclesial, asumiendo el conflicto jerarquía-pueblo como reflejo de ,ese otro conflicto más amplio que se estaba dando entre la nobleza feudal y los incipientes Comunes. 75 Desde esta situación, la lectura que se hacía del Evangelio era muy distinta a la oficial. Ésta lo leía desde una sociedad estática y jerarquizada, como era la feudal, mientras que los movimientos populares lo afrontaban desde la movilidad y el dinamismo que producía el sentirse protagonistas. Por eso no es de extrañar que su posición fuera molesta dentro de la Iglesia. Si en un principio se utilizaron para combatir la corrupción del clero, después se revolvieron contra la misma jerarquía, pasando de la crítica de sus riquezas a la negación del «ardo» eclesial. Pero· en el fondo lo que se debatía era una nueva concepción de la Iglesia con más participa– ción laica!, y eso era lo que la jerarquía no estaba dispuesta a ceder. Esta contraposición entre dos modos de ver y sentirse Iglesia, la de los movimientos pauperísticos y la tradicional, tuvo sus fuertes tensiones, im– poniéndose casi siempre de forma arbitraria la jerarquía hasta que Ino– cencia III comprendió el problema y trató de recuperar, con ciertas con– diciones, algunos de estos movimientos populares. 76 G. GoNNET, Valdes di Lione e Francesco d'Assisi, en Studi storici in onore di Ga– briele Pepe, Bari 1969, 317-329; F. PoRSIA, Parallelismi tra Valdo e Francesco, ibíd., 351-355; S. DA CAMPAGNOLA, Le origini francescani, pp. 310-311. 1• En la Edad Media era muy difícil averiguar dónde acababa lo social y dónde empezaba lo religioso. Indudablemente la reforma gregoriana había levan– tado a la masa contra el alto clero, levantándose después de una forma incon– trolada contra la nobleza. Pero estos casos fueron contados. La mayoría de movimientos surgieron por un imperativo evangélico que les llevaba a contestar a la jerarquía de la Iglesia, aunque por ello tuvieran que sufrir la marginación de ser considerados herejes; cf. K.-V. SELGE en la Tavola rotonda de La poverta del secolo XII e Francesco d'Assisi, p. 288. 75 Sobre este tema hay una extensa bibliografía; no obstante, puede verse: H. GRUNDMANN, Movimenti religiosi nel Medioevo, Bolonia 1974; E. WERNER, «Pau– peres Christi»: Studien zu sozial-religiosen Bewegungen im Zeitalter des Reform– papsttums, Leipzig 1952; H. ROGGEN, Die Lebensform des hl. Franziskus..., en Franz Stud, 46 (1964) 1-57, 287-321. 76 Cf. H. GRUNDMANN, Movimenti religiosi, pp. 63-134; M. MAccARRONE, Riforma e sviluppo della vita religiosa con lnnocenzo III, en Riv. Stor. della Chiesa in !tal. 16 (1962) 29-72.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz