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LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS 217 mente a la otra. El cambio producido en Francisco se iba orientando hacia la opción religiosa, por ello se iba alejando cada vez más de su condición social. El «abandono del mundo» con que define en el Testamento este paso del proyectar su vida dentro de unas coordenadas seculares a otras eclesiásticas, se explicita en la Tenuncia a seguir llamando padre a Ber– nardone. En sí no es una opción de clase -al menos como lo entendemos nosotros-, sino una opción de estructura donde poder realizar su pro– yecto. Si todavía no tenía claro el modo eclesial que iba a adoptar, al menos estaba seguro de que su realización no estaba en el contexto social en que había vivido hasta entonces. El «exivi de saeculo» lo coloca en un estado de convertido que bien podía ser el penitencial, entendiendo éste no tanto en su estructura oficial ele Fraternidades de penitentes, como de una práctica de la penitencia en solitario y al margen de toda institución. De hecho no aparece nunca ligado a ningún grupo o Fraternidad penitencial, sino que permanece en estado de búsqueda y a la expectativa del modo ele vida que deberá adoptar. 67 3. <,Eso ES LO QUE BUSCO» Los biógrafos concretaron en la audición del Evangelio de la misión de los apóstoles el momento en que Francisco descubre, de forma clara, su proyecto de vida. 68 A esta evidenciación se suelen aplicar, normalmente, las palabras del Testamento: «y nadie me enseñaba lo que debía hacer, sino que el Señor me reveló que debía vivir según la forma del santo Evan– gelio».69 A pesar de que se le da un matiz sobrenatural ele confidencia exclu– siva sobre el plan a seguir, sin embargo, se puede leer de otro modo este acontecimiento. • 1 Cf. J. M1có, Reflexiones sobre el Testamento, pp. 10-11; C. CARPANETO DA Lc\N:GASCO, San Francisco «penitente», pp. 468ss. "' «Pero cierto día se leía en esta iglesia el evangelio que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a predicar; presente allí el santo de Dios, no comprendió perfectamente las palabras evangélicas; terminada la misa, pidió humildemente al sacerdote que le explicase el evangelio. Como el sacerdote le fuese explicando todo ordenadamente, al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia, al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del Señor, exclamó: "Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica"» (1 Cel 22). Pueden Yerse los textos paralelos: LM 3, 1; TC 25; cf. S. DA CAMPAGNOLA, Francesco d'As– sisi 11ei suoi scritti, pp. 136-140; Th. DESBONNETS, Francisco de Asís consultando el Evangelio, en Sel Fran n. 25-26 (1980) 151-162. "' Test 14. [CL L. CoRNET, Orígenes de la pobreza franciscana, en Sel Fran n. 37 (1984) 81-89.]

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